Vista del penal de Villa Urquiza, en San Miguel de Tucumán
Llegan sigilosas. Forman
fila como los demás y ni siquiera intentar resistirse al cacheo. Pero los
nervios de saber lo que les puede ocurrir si son descubiertas las consume por
dentro. Y es lo que les sucedió a dos de las mujeres que ayer se acercaron al
penal de Villa Urquiza para visitar a sus parejas, amigos o parientes presos.
Dos de ellas fueron descubiertas con drogas y ahora se encuentran en la misma
situación que los destinatarios de esas sustancias: privadas de la libertad
hasta que un juez ordene lo contrario.
El primer incidente se
registró pasadas las 10, cuando una mujer de 28 años se presentó en el penal
para visitar a Sebastián Dardo Acevedo, alias “El Pelao”. Fuentes policiales
indicaron que el hombre está alojado en la unidad de mediana seguridad por las
causas robo agravado y homicidio.
La mujer había llegado
con un bolso donde, según había explicado, llevaba alimentos y prendas de
vestir para Acevedo. Pero los policías le pidieron que abriera el bolso y
revisaron todo. Mientras realizaban esa inspección descubrieron que había algo
más que ropa y comida, entonces pidieron la intervención del personal de la
Digedrop (Dirección General de Drogas Peligrosas de la Policía). De esa manera
confirmaron que se trataba de estupefacientes. Las fuentes precisaron que había
cuatro envoltorios con 83
gramos de marihuana y una “bocha” con 12 gramos de cocaína.
Se le comunicó la
situación al juez Federal N° 2, Fernando Poviña, quien ordenó que la mujer
quede detenida e incomunicada hasta que pueda tomarle declaración.
Tras ese incidente, todo
volvió a la normalidad en el penal, pero por pocas horas. El teléfono de la
Digedrop volvió a sonar alrededor de las 15. Habían detectado a otra mujer que
pretendía ingresar con drogas. En este caso se trataba de una joven de 21 años,
que iba a visitar a su hermano. El chico está alojado en la unidad 5, donde
conviven los presos menores de 21 años, acusado de un robo agravado.
Las fuentes indicaron que
la hermana había ocultado cinco “bagullos” de marihuana en el puño de su
campera. Cuando le pidieron que se la quitara, la joven quiso arrojar con
disimulo la droga hacia la bolsa donde llevaba los alimentos para su hermano.
Pero los policías descubrieron la maniobra y corrió la misma suerte que la
mujer que había ido a visitar a Acevedo.
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