Vista del Complejo Carcelario "Reverendo Francisco Luchesse", en Bouwer, Córdoba
El Tribunal Oral Federal N°
1 de la ciudad de Córdoba postergó el juicio contra el penitenciario Ariel
Alejandro Nicolai, a quien le encontraron droga cuando se encontraba en un
puesto de observación de la cárcel de Bouwer.
Nicolai iba a ser juzgado
por tenencia de estupefacientes, a cinco años de que fuera descubierto de
manera casual con alrededor de 50 gramos de marihuana. El 1 de septiembre de
2010, otro guardiacárcel retiró su campera de un perchero y al hallar la droga
se dio cuenta de que era de otra persona.
Nicolai fue imputado por
la fiscal Graciela López de Filoñuk, quien elevó la causa a juicio en diciembre
de 2011. Cuando estaba todo listo para juzgarlo, el guardiacárcel sufrió un
accidente de trabajo. Cuando trasladaba a un fajinero al Módulo MD-2, se le
cerró el portón de ingreso y le tuvieron que amputar un dedo.
A pesar de que estaba
procesado, y más allá de la demora de la Justicia federal en juzgarlo, el
hombre siguió desempeñándose en el penal de Bouwer.
Carpeta médica
“No pudimos iniciar el
juicio porque presentó carpeta médica. Esto demuestra que seguía trabajando en
el SPC. Dos de sus compañeros, a lo mejor tratando de salvarlo, declararon que
la droga no era para él, sino que se la iba a ‘plantar’ a un preso, lo que es
más grave”, opina el fiscal Maximiliano Hairabedian.
El manejo de
estupefacientes por personal penitenciario no es ajeno a los tribunales. En su
momento, René “el Chancho” Sosa denunció que la Policía “planta” drogas.
Terminó sobreseído el jueves por el almacenamiento de cocaína en una casa de
Villa Carlos Paz, aunque lo condenaron a ocho años por la compra de pasta base
en matafuegos.
La existencia de drogas y
celulares en las cárceles es materia de preocupación de fiscales provinciales y
federales. Hay coincidencia en que las grandes cantidades de estupefacientes no
podrían ingresar sin la complicidad del personal penitenciario.
“En los medios
periodísticos se asombran cuando descubren un video, pero para nosotros es
común”, sostuvo uno de los fiscales consultados.
A los magistrados, les
extraña y se preguntan: ¿por qué no se bloquean los celulares? Además de los
secuestros exprés, desde las cárceles son amenazados testigos que van a
declarar en juicios a partir de las denuncias en las unidades judiciales.
Hubo una propuesta a las
autoridades del SPC para combatir la corrupción del personal penitenciario,
sobre todo a altas horas de la noche, cuando nadie impide que un guardiacárcel
pueda salir hasta donde tiene el auto estacionado y retirar droga, celulares,
armas blancas y bebidas alcohólicas. El complejo de Bouwer cuenta con lo que se
denomina “techo técnico”, que es un espacio que queda entre el cielo raso y la
losa.
Se les sugirió que
instalaran cámaras para filmar los movimientos del personal penitenciario,
sobre todo de noche, cuando nadie los ve. La Justicia autorizaría la
instalación, sin que los guardiacárceles se enteraran.
¿Por qué no se toman esas
medidas de seguridad u otras similares? Mirar para otro lado, que los presos se
droguen o emborrachen y hasta que hablen por teléfono pueden funcionar para
mantenerlos más o menos tranquilos y evitar incidentes graves o motines,
comentan en Tribunales.
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