Federico Tobares, el chef argentino desaparecido en México
Por Virginia Messi (Clarín)
En 2008, Federico Tobares tenía 32 años y
acababa de casarse. Todo parecía encajar a la perfección. Hasta el nuevo
trabajo que había conseguido su esposa en un hotel de México era ideal, una
verdadera oportunidad para foguearse internacionalmente como chef. Pero para
este joven nacido en Gualeguaychú (Entre Ríos), fanático hincha de River, todo
se derrumbaría hasta niveles dramáticos.
Primero vino la separación de Carolina, que
se volvió a Argentina. Finalmente, en junio del 2013, ocurrió lo peor: Federico
fue secuestrado en Guadalajara y nunca más se tuvo noticias de él. La principal
hipótesis de su familia, y también de las autoridades mexicanas y
norteamericanas, apunta a Gerardo González Valencia, quien además de segundo en
la línea de liderazgo del cartel de “Los Cuinis” era el jefe del argentino en
dos emprendimientos gastronómicos de Puerto Vallarta.
“Federico vio algo que lo puso en peligro.
El trabajaba en dos locales pero también en fiestas superexclusivas que se
hacían en una isla, duraban días y no se podía ir con celular. El vio algo que
lo asustó y comenzó a preguntar sobre eso a terceros”, cuenta a Clarín Ana
Soledad Tobares (41), hermana mayor de Federico y uno de los pilares de una
búsqueda que, a distancia, se vuelve cada vez más frustrante. “González
Valencia lo llamó para decirle que le preguntara las cosas en la cara y después
le tendió una trampa para callarlo”, agrega Ana.
Federico Tobares conoció a Gerardo González
Valencia a través de una odontóloga argentina radicada en México quien, de
hecho, fue la última que lo vio, la madrugada del 5 de junio de 2013. El marido
de esta mujer había trabajado para el mexicano en “Hotelito Desconocido”, un
exclusivo complejo -estilo santuario natural, ubicado a 95 kilómetros de
Puerto Vallarta- que manejaba la mujer del capo, Wendy Dalaithy Amaral Arévalo.
Federico comenzó a trabajar allí y luego
González Valencia lo llevó también al restorán de comida japonesa Nudoki. “El
mexicano le dijo que él no sabía nada de gastronomía, que se ocupara él, le
prometió que lo iba a hacer socio. Pero eso era sólo para tenerlo quieto y que
no hablara”, sostiene Ana, quien no vive en la Argentina y aceptó la entrevista
con Clarín previo cuestionario por escrito.
-¿Cuál
fue la última noticia que tuvieron de Federico?
-Fue vía teléfonica. Estaba hablando con una amiga argentina llamada
Verónica, a las 12.30 del mediodía del 5 de junio. Le estaba contando que iba a
cambiar una camioneta por otra por un favor que le había pedido su jefe. En un
momento cuenta que va por lugares raros, una zona medio fea, que tenía miedo y
estaba medio perdido, que lo guiaban pero era todo medio raro. Ahí se cortó la
comunicación y no supimos más de él. Había estado en Puerto Vallarta hasta las
3 am. De allí salió para Guadalajara en la camioneta que le había prestado
Gerardo González Valencia, quien le había pedido el favor de que la cambiara
por otra mejor. Al llegar a Guadalajara se encontró tipo 8 am del 5 de junio
con un argentino que vive allí y le dicen “Rock” (se llama Rogelio). Luego fue
a una reunión a una tabacalera de un colombiano pues iba a realizar un evento
el sábado por el cumpleaños de la hija. Estuvo allí hasta las 12, incluso se lo
ve en videos de las cámaras de seguridad. Luego vino la llamada con su amiga
que se interrumpió abruptamente.
-¿Ustedes
viajaron a México para seguir la investigación?
-Yo fui dos veces, quise ir nuevamente y me sugirieron que no lo
hiciera. En un momento me contactaron porque González Valencia estaba en
Argentina y quería hablar conmigo. Yo no quise. Lo que pasa allá es terrible,
la gente desaparece. Vi y escuché cosas que nunca imaginé.
-¿Qué
les dijeron las autoridades mexicanas?
- Al principio decían muchas cosas, desde hace un tiempo nadie dice ni
hace nada. Hubo muchas irregularidades en la búsqueda de Federico. La embajada
argentina colaboró muchísimo, y ahora cambiaron las autoridades y retomamos el
contacto. Nosotros seguimos investigando como podemos, con nuestras
herramientas. Cuando comenzamos con la campaña en redes sociales algunos
incluso nos mentían, nos decían que estaban con él o que lo habían visto... era
gente de González Valencia
-¿Qué
creen que le pasó?
-No sabemos con certeza quién lo secuestró. Solo sabemos que Gerardo
González Valencia y su gente le tendieron una trampa y lo entregaron. Pero ya
no nos importa quien fue el culpable... Solo queremos saber dónde está (como
sea que esté) y traerlo a su casa, con su gente, con sus amigos que él tanto
ama y que tanto lo amamos. Solo eso... Cerca nuestro. De verdad no queremos
saber quién fue. Solo que nos digan, aunque sea por mensaje anónimo, dónde
está.
“Federico es un ser de luz, muy alegre y
divertido, el alma de cualquier fiesta, muy sociable, capaz de tener un millón
de amigos y dar por ellos hasta su vida. Muy cercano de mi madre y mío. Siempre
nos cuidaba, hablábamos todos los días. Enviaba siempre mensajes de buenos días
y buenas noches. Federico es inocente y miedoso”, cuenta Ana cuando se le pide
que describa a su hermano.
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