28 de junio de 2015

"El narcotráfico ya está en su etapa transnacional"

La periodista mexicana Cecilia Gonzáles, autora de "Todo lo que necesitás saber sobre narcotráfico"

Por Matías Méndez (Infobae)

"Estamos en una etapa de empresas multinacionales del crimen narco", afirma Cecilia Gonzalez, periodista mexicana y autora de "Todo lo que necesitás saber sobre narcotráfico" (Paidós), un trabajo de sistematización de la información sobre el tráfico de drogas que exceda el título de impacto. González ya había descollado con "Narcosur. La sombra del narcotráfico mexicano en la Argentina" y en su nuevo libro amplía el foco de su investigación.

González es mexicana y desde 2002 vive en Argentina. Trabaja para la agencia de noticias Notimex y no ha perdido el hablar pausado y la tonada de su tierra. Su último libro es una puerta de entrada a conocer las diferentes aristas que el crimen organizado realiza con la venta de drogas. El libro tiene un diseño ágil, con viñetas que apuntan datos precisos que colaboran con la lectura.

La periodista incluyó capítulos dedicados a la cultura narco, el rol de los países de Asia y Africa, la situación en América, las Jefas del narcotráfico y la discusión que se está desarrollando para combatir el narcotráfico. En esta entrevista, González cuenta qué son los narcocorridos y el éxito que tienen en la frontera entre el norte de México y el sur de Estados Unidos y exlica por qué se pasó de la era de los grandes jefes a la de los directorios miltinacionales del narcotráfico.

-¿Por qué en la primera línea de su libro afirma que el narcotráfico se aborda con "prejuicio, ignorancia y amarillismo"?
Porque es un tema que se presta muy fácilmente para el morbo y para la cuestión mítica. Por ejemplo, cuándo detienen a un gran capo del narcotráfico se dice se detuvo al Capo y se acabó el problema y no es así, porque el problema es tan grave, tan complejo y con tantas aristas globalizadas que es muy difícil concentrar en una sola información el significado de todo ello. Un tópico: las drogas están en las villas. La droga no está sólo en las villas, lo que pasa es que la gente que vive en esas zonas es sumamente generosa y nos permite ingresar, pero tenemos zonas como Nordelta en la que se ha comprobado que hay narcotraficantes y ahí no podemos hacer informes. Pero queda el prejuicio que los pobres consumen y venden droga, pero el problema es mucho más complejo.

-En todo caso, en los sectores más carenciados, como pasa con todas las problemáticas, la situación es más grave.
Sí, los problemas se extreman, pero insisto en esta generosidad de la gente que nos permite acceder a su territorio, cosa que no ocurre en otros estratos sociales donde la droga también está.

-En su libro queda claro que el negocio ilegal del narcotráfico pasó a ser global y multinacional y que muta todo el tiempo. Si uno hace un razonamiento lógico piensa que la forma de enfrentarlo también debe ser trasnacional. ¿Está de acuerdo?
Efectivamente las políticas son trasnacionales. Estamos en un momento de la historia del crimen organizado en el que se están debatiendo dos posturas a nivel global porque se ha entendido que si esto no se enfrenta así no se va a resolver: desde los años 70 Estados Unidos impulsó la guerra contra las drogas, la cual hasta la fecha ha fracasado pero no es una cuestión de acusación subjetiva. Si la producción aumentó, el consumo aumentó, la violencia aumentó, evidentemente esas políticas no funcionaron. Sin embargo, se pretende seguir manteniéndolas. Esa es una de las posturas. La otra, es la nueva oleada de ex presidentes de Brasil, Colombia, México o el mismo caso de Uruguay o de Chile, en donde se está empezando a cultivar marihuana con fines medicinales, que proponen romper ese dique de prohibicionismo y empezar a ver nuevas alternativas, que tiene que ver con la despenalización del consumidor, donde el consumidor ya no es visto como un criminal, sino como un enfermo o alguien que necesita atención médica. Y por otro lado, las otras alternativas, que van desde legalización, regulación y despenalización, que son para que el consumidor no vaya a la cárcel pero sí el traficante, que es el mayor criminal. Es más complejo de lo que a veces alcanzamos a explicar.

-En el libro hace una referencia a los veinte estados que en Estados Unidos avanzaron con la despenalización y que usted plantea han tenido una política similar a la impulsada por el ex presidente Mujica en Uruguay ¿Cuál es el resultado de esa experiencia?
El caso de Uruguay es el más importante a nivel internacional porque es el único país del mundo que ha legalizado toda la cadena, desde la producción, al consumo y la venta. Eso en la ley, pero no se ha podido aplicar lo cual explica la complejidad. Cuando se discutió lo de Uruguay se decía que todo el mundo se iba a drogar y que el Estado iba a hacer un desastre. No lo sabemos porque no se ha puesto en marcha. En Estados Unidos hay una contradicción de su propia ley interna porque son normativas estatales que se contradicen con leyes federales. De hecho hay redadas y muchas quejas de organismos de derechos humanos porque, pese a lo que uno pudiera pensar o haber esperado, durante la administración Obama es cuándo más redadas se han hecho a los centros medicinales donde se vende marihuana con esos fines.

-En su trabajo se revelan cuestiones poco abordadas y sobre las que me gustaría que se explaye: una es el caso de las jefas del narcotráfico. ¿Quiénes son estas mujeres y que han hecho?
A mí también me llamó la atención porque demuestra la equidad de género que abarca hasta el ámbito criminal. Sorprende pero no debería sorprendernos tanto. En el caso de México cuento la historia de los años 50 cuando había un auge de la venta de marihuana, de una mujer pobre de un barrio del centro de la Ciudad que se mete al negocio y era talentosa, inteligente y con mucha sagacidad para los negocios. Ella empezó a impulsar el tráfico desde el centro de la Ciudad hasta la frontera, porque a principios del siglo pasado el tráfico, no sólo de estupefacientes, era en los estados fronterizos. Esta mujer, Lola la Chata, empieza a ampliar el negocio. También tienen sus cosas curiosas, porque cuando la detuvieron los medios mexicanos anunciaron el fin del narcotráfico en México. Ahora con la explosión de violencia que ha habido en México evidentemente las mujeres han salido a controlar algunas áreas del negocio porque ya no son negocios verticales, no es cierto que hay un gran jefe que manda a todos, son negocios horizontales en el que cada etapa tiene un liderazgo y a veces entre ellos mismos no se conocen. Ahí entran las mujeres porque también el nivel de asesinatos ha sido impresionante.

-¿Estamos en una etapa del narcotráfico que es posterior a la de los grandes jefes carismáticos como El Señor de los Cielos o Pablo Escobar? ¿Es una etapa de directorios del crimen organizado más que de jefes todopoderosos?
Es una etapa de empresas multinacionales del crimen organizado, en donde como parte de su esquema de protección sus miembros no se conocen entre ellos, por eso cuando detienen a bandas o a cómplices no es que no confiesen porque no quieren, sino porque no saben como está armada toda la cadena.

-También usted escribe sobre la presencia de sicarios de edad muy temprana ¿El narcotráfico utiliza chicos para hacer esos trabajos?
Esa es una tragedia social muy importante. Acá la estamos viendo en Rosario, no a nivel de sicariato, por supuesto, pero sí a nivel de niños y adolescentes que se empiezan a relacionar con el mundo del narcotráfico. Esto tiene que ver con políticas de abandono social y falta de alternativas. No es solo que ellos quieran hacerlo, sino que es eso o dos pesos por día si es que consiguen trabajo.

-¿Esa decisión tiene una racionalidad económica por parte de los chicos?
Sí, totalmente. Y de integración social también. México es un país con más de 50 millones de pobres, más del cincuenta por ciento de la población. Y pobreza extrema. Por el otro lado, hay regiones de mi país, y de Colombia también, en las que el narcotráfico está tan instalado desde hace décadas que ya está naturalizado. No es algo que asuste, es una naturalidad.

-Y en esa naturalidad aparece la cultura, en el capítulo que nombra Narcocultura. ¿De que se tratan los narcocorridos? ¿Nacen del seno del narcotráfico o surgen de la cultura popular y los narcos se apropian como estrategia para mejorar su imagen?
Tiene que ver con todo lo que dices, es una mezcla. Es una transformación de expresiones culturales, de hecho también hay pinturas o instalaciones que abordan el tema del narcotráfico. La música es una expresión popular. En el caso de los narcocorridos, eran canciones de héroes revolucionarios, de los que habían liberado al país y habían peleado por los pobres. Después, cuando empiezan a surgir estos personajes míticos, líderes de narcotráfico en México desde el siglo pasado, es como una mezcla: hay cantores que de manera espontánea cantan esas historias que lo enaltece, pero después los capos se dan cuentan que eso les ayuda y entonces empiezan a mandar la composición de sus narcocorridos. Además está acompañado con una música que es muy identificable del norte del país, que es para bailar. Es la música de sus fiestas y festejos.

-¿Los narcos llegan a tener un sello discográfico?
Todo esto es un fenómeno fronterizo, tanto del sur de Estados Unidos como del norte de México y es impresionante la cantidad de público que hay. Es una veta más del negocio. Es la expansión de la cultura popular relacionada con el narcotráfico. Hay empresarios para todo y están los que vieron esa veta y la están explotando, pese a que los narcocorridos están prohibidos en varios estados del país porque son apología del crimen, pero en Estados Unidos no y además llenan y al igual que el resto de la industria discográfica, los músicos ya no viven de los discos sino de los recitales y los recitales se llenan. Hay todo un público ávido de consumir esto y no todos son criminales, están sumergidos en esa cultura.

-Habla de la geopolítica del narcotráfico y aporta información sobre regiones sobre las que habitualmente no se posa la mirada ¿Cuáles son y que rol tienen?
Africa se está fortaleciendo en los últimos años como un lugar estratégico de tránsito y de estacionamiento de cargamentos, porque antes la ruta era Colombia-México-México-Estados Unidos y o México-Europa. Ahora la droga pasa por todas las rutas marítimas, por eso las costas de Brasil, Venezuela o Argentina, son sumamente codiciadas. Toda esa costa atlántica está llegando a Africa con el agravante de que al ser estados tan pobres, vulnerables y poco institucionalizados, son los propios gobiernos los que terminan vinculándose con los narcotraficantes. En Asia, hay algo que me parece más grave que los carteles latinoamericanos: las mafias japonesas y chinas. Tienen códigos mafiosos y son mafias ancestrales que tienen siglos. Los latinoamericanos como mucho tienen un siglo. Esas mafias ancestrales son sumamente violentas, agresivas y secretas. No están visibilizadas y cuándo algo no está visibilizado es más difícil combatirlo.

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