La ministra de Seguridad de la nación, Patricia Bullrich, junto a funcionarios nacionales y policiales recorre la villa 31 luego del megaoperativo
Por Gustavo Carabajal (La Nación)
Durante los últimos
cuatro años, el fenómeno narcocriminal y de violencia que dominaba la villa
1-11-14, en la zona del Bajo Flores, se trasvasó al centro porteño, en la villa
31. La mudanza tuvo un motivo: la ubicación estratégica en Retiro, punto de
partida de tres líneas de trenes, una cabecera de subte y el lugar de paso de
por los menos 27 líneas de colectivo. Esta localización les garantizaba a las
bandas narco mayor afluencia de consumidores, lo que implicaba un aumento en el
volumen de la venta de estupefacientes de todo tipo.
Por el control de ese
territorio se inició una guerra entre bandas de narcotraficantes que vieron la
oportunidad de multiplicar el volumen de distribución que tenían en la villa
1-11-14, situada en una zona más aislada de la Capital, de acceso más
complicado y no tan masivo.
A raíz de esa guerra, los
mismos niveles de violencia que se registraban en la villa 1-11-14 se
multiplicaron en la villa 31. Así, el asentamiento de Retiro comenzó a ser
copado por los cómplices de Alionzo Ramos Mariños, alias Ruti, y Marco Estrada
González, alias Marcos, los dos jefes narcos peruanos que se enfrentaron por el
dominio del Bajo
Tal presunción se fundó
en las investigaciones encaradas por varios fiscales de instrucción porteños,
que advirtieron que la mayoría de los siete homicidios ocurridos entre el 26 de
diciembre y el 10 febrero últimos tuvieron como móvil ajustes de cuentas entre
narcos. Esa hipótesis surgió cuando se estableció que varias de las víctimas
tenían relación con integrantes de las bandas dirigidas por "Ruti" y
por "Marcos".
Con uno de los extremos
de la villa 31 lindante con la terminal de ómnibus de Retiro, los narcos tenían
la ventaja estratégica de obtener allí los envíos de cargamentos de droga.
Hechos que parecían robos a las bodegas de los ómnibus eran, en realidad,
rescates de encomiendas con estupefacientes.
De William Morris a Retiro
Otro factor que favoreció
el crecimiento de la actividad narcocriminal en la 31 fue la oferta de droga a
menor precio. LA NACION fue testigo en varias oportunidades de conversaciones
entre pasajeros de los furgones de alguna formación del tren San Martín que
bajaron en Retiro para comprar droga en la villa.
"Lo que en José C.
Paz o William Morris se vende a 200 pesos, en la 31 se consigue a la
mitad", se le oyó decir a uno de ellos antes de internarse en alguno de
los pasillos de la villa pegada a la terminal de trenes.
Sucede algo similar con
el "paco". La dosis de esa droga se ofrece en la villa 31 a no más de 30 pesos,
mientras que un dealer del conurbano pide entre 50 y 60 pesos. Si bien la
diferencia de valores no parecería sustancial, resulta clave para el
consumidor, porque el "paco" es más adictivo que la cocaína y se consumen
más dosis.
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