Algunas de las pastillas encontradas en un micro que iba hacia la fiesta electrónica y que fue interceptado por la Policía Bonaerense en La Plata
Por Emilia Vexler (Clarín)
"En todas las fiestas es igual. Pasa
alguien y te dice: 'Chicos ¿Quieren pastis?'. Pero en ésta te preguntaban más
de lo normal", cuenta a Clarín un asistente a la fiesta electrónica que
terminó de la peor manera. Y sigue: "Lo mismo cuando te preguntan:
'Chicos, ¿tienen pastis para vender?'". En ese ida y vuelta que oficia
como un código en la movida electrónica del país, se le fue la vida a cinco
chicos durante la masiva Time Warp del viernes en Costa Salguero.
Las víctimas son Francisco Bertotti, Bruno
Boni, Andrés Valdez, Nicolás Becerra y Martín Nazano. Tenían entre 21 y 25 años
y a dos de ellos los médicos del SAME los hallaron sin vida en Costa Salguero.
Los otros tres fallecieron rumbo al hospital. El joven de 32 años que habló con
Clarín y no quiso dar su nombre tomó la misma pastilla -Superman- que los
intoxicados, pero en vez de rosa se la vendieron en color verde. "Soy un
sobreviviente", dice y da detalles precisos sobre cómo se vendían las
pastillas en esa fiesta, a entre $ 150 y $ 200.
"Con un 'no,
gracias' alcanza, no es que te van a obligar a tomar si no querés. Yo jamás
compro adentro de las fiestas. Sólo esta vez, porque conocía a la chica que se
las había comprado en la Time Warp a otro amigo", describe y sube el tono
en el "jamás". "Si no, adentro podés llegar a comprar cualquier
cosa. Como les pasó a estos chicos", dice.
En el circuito de la
música electrónica, el consumo de drogas de diseño es un rictus que comienza
días antes de la fiesta. Implica comer temprano, para no sentirse pesado para
bailar, encontrarse con un proveedor de confianza, dispuesto a vender
comprimidos para todo el grupo, y diagramar cómo entrar las pastillas al lugar
al que se quiera ir a "rebotar", en un estado coordinado con los
beats de la música electrónica. "El
70% de los que fueron a la Time Warp tomaron pastillas. Es muy probable",
argumenta quien allí estuvo y no se pierde este tipo de fiestas.
"Los dealers se
meten las pastillas en las bolas y las mujeres en las partes íntimas. Son muy
chiquitas, pueden meter de a 100", describe y da detalles de seguridad
sobre otros boliches donde también circulan las pastillas Superman: "Hay
lugares como Mandarine Park, también en Costanera, en el que los controles son
muy muy estrictos, pero como no te pueden desnudar, las pasás igual".
"El viernes no había cacheo. A mí por lo menos no me tocaron y a mis
amigos tampoco", dice. Su testimonio coincide con el de Joaquín, de 25
años, que frente al Hospital Fernández dijo a las cámaras de TN que
"cacheaban a cuatro y pasaban 500".
Más allá de la droga
Superman -que también habrían tomado los cinco chicos que aún permanencen
internados, con compromiso renal y hepático-
en la Time Warp circularon las Dove (con el loguito de la marca del
jabón), las Bob Esponja (con la sonrisa del dibujito animado), las Lamborghini
(logo del auto), las Corazón. Superman
había de muchos colores: "Las malas al parecer eran las Superman rosas,
porque yo tomé verde y otros amigos tomaron la naranja".
"La culpa fue del
hijo de puta que las vendió adentro. Eso sumado al calor y a lo difícil que era
conseguir agua, fue un combo mortal", explica y concluye: "En Europa
en estas fiestas ponen 'puestos de calidad'. Vas con la pastilla y te dicen qué
tiene. Químicos controlan lo que tomás. Está mal, pero bueno. Evitan que pasen
estas cosas".
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