Claudio "El Cabezón" Pérez, el capo narco detenido en Monte Grande
Por Federico Fahsbender (Infobae)
Para ser un presunto capo
narco, Claudio Alberto Pérez, "El Cabezón", no vivía una vida
fabulosa, ni siquiera entretenida. Se la pasaba casi todos los días encerrado
en su casa de Monte Grande, de dos plantas con una pileta de 25 metros de largo más
trampolín, entre caniles con perros de raza. Petiso, con una gran cicatriz a lo
largo de la panza y con tatuajes de dudosa calidad, Pérez apenas salía, por
ejemplo, para que le colocasen implantes capilares para disimular su calvicie
en una reconocida empresa.
Ir al cine estaba fuera
de cuestión; meses atrás había sufrido un extraño intento de robo con
asaltantes que saltaron a su jardín. Pérez, solía, por ejemplo, llamar a sus
subalternos para que lo vigilasen mientras entraba a su casa a bordo de su auto
cuando se abría la reja negra. Había cámaras de domo en toda la propiedad. Así
su día, básicamente, pasaba en un sillón, con varios teléfonos en la mano:
"El Cabezón" enviaba mensajes de texto a subalternos e
intermediarios, en supuestos lenguajes en código algo graciosos.
"Ruedas", "chorizos", "la cajita feliz", y
"vení a inflar los globos" eran términos frecuentes.
Pérez, de 48 años, decía
ser un monotributista y un exitoso comerciante de autos, a pesar de tener una
sola cuenta bancaria a su nombre, virtualmente inactiva. La delegación Lomas de
Zamora de la división Drogas Ilícitas de la Policía Bonaerense, que actuó bajo
las directivas del Juzgado Federal Nº1 de Lomas de Zamora a cargo del doctor
Patricio Santamarina y el secretario Augusto Peloso, dicen algo completamente
distinto.
A comienzos de diciembre
pasado, "El Cabezón" fue allanado en un operativo que lo detuvo a él
y a otros 15 miembros de su presunta banda y sus mujeres: su hermano menor,
Daniel y su mujer, Mariela Jara, alias "La Tuta". El allanamiento
incluso llegó hasta su casa de Monte Grande, donde se le encontraron varias
armas y medio kilo de cocaína adentro del tambor de un secarropas. La acusación
en contra de Pérez: ser el jefe de la venta de droga de su barrio de origen, El
Pantano, una zona carenciada también en Monte Grande llamada así por su
facilidad para inundarse.
Le encontraron a su
banda, por ejemplo, más de cuatro mil dosis de paco y cocaína, un producto que
vendía a bajo precio gracias a su pésima calidad y su alto nivel de
estiramiento. La lista de presos incluía presuntos lugartenientes, transas,
sicarios, intermediarios y sus mujeres. Se cree que "El Cabezón" no
se comunicaba directamente: su esposa, con un tatuaje que reza "Claudio te
amo" en la espalda, retransmitía mensajes para confundir el rastro. Sin
embargo, un celular incautado en su casa por la PFA contendría mensajes que lo
vinculan directamente a uno de los detenidos. La temática de los mensajes
sería, claramente, hablar de drogas y esquivar a la Policía.
Fuentes policiales
apuntan que Pérez habría tenido su línea de provisión de pasta base en la villa
Zavaleta, a un precio mayorista de 60 mil pesos el kilo: sus presuntos dealers
se rotaban en turnos de largas horas en El Pantano para tener un total control
de las esquinas de la zona. Una dosis de paco de 0,3 gramos podía
costarle hasta 50 pesos a un adicto. Le encontraron autos de alta gama en un
segundo domicilio; tenía once vehículos en total, incluido un prístino Chevy de
colección.
La Unidad de Información
Financiera investigó la ruta del dinero del "Cabezón" y entregó la
información al juez. Sus tareas revelaron un presunto modus operandi muy
curioso: Pérez y su mujer habrían pasado al menos 3,7 millones de pesos en los
últimos dos años por diversas salas de juego. Fuentes judiciales apuntan que
"El Cabezón" tenía el hábito de comprar una gran cantidad de fichas,
jugar una pequeña parte y luego devolver las restantes. Así, convertiría dinero
negro en dinero blanco.
Los amigos vivos y los enemigos muertos
El arresto de Pérez en
diciembre no fue su primero. Ya había caído en 2013, también con acusaciones
narco: terminó libre por un error de procedimiento. De vuelta al allanamiento a
su casa de Monte Grande, hubo varias sorpresas además de perros y droga de baja
pureza. Entre sus cajones se encontró una tarjeta de un efectivo jerárquico de
la Policía Bonaerense, de acuerdo a investigadores del caso: en el reverso
decía, simplemente, "100 mil pesos".
A fines de agosto pasado,
Esteban Luna, un hombre oriundo también de Monte Grande, fue asesinado a tiros
mientras llevaba a su hija al colegio Inti Huasi en Esteban Echeverría, a bordo
de su Volkswagen Gol blanco. Antes de llegar al colegio, dos delincuentes que
iban a bordo de una moto lo interceptaron y sin decirle nada le efectuaron
varios disparos para huir sin robarle. Sin robo de por medio, parecía un obvio
ajuste de cuentas. El hecho quedó a cargo del fiscal Juan José Vaello, titular
de la UFI descentralizada en Esteban Echeverría, Departamento Judicial Lomas de
Zamora. Quién tenía una cuenta para ajustar era el principal interrogante.
Además de la tarjeta
personal, la Policía Bonaerense encontró otro papel muy curioso en casa de
"El Cabezón": era un pequeño mapa que detallaba la casa de Luna y sus
alrededores. "Gol modelo 2008" era una de sus frases. La hipótesis,
para la Policía, es muy simple: Luna se habría atrevido a vender droga en El
Pantano sin tributar a Pérez, lo que le garantizó la muerte.
De vuelta en casa del
"Cabezón", la paranoia de armas y cámaras domo tiene algunos motivos
firmes. En agosto de este año, varios medios como Télam y Página/12 anunciaron
la captura de Rubén Alvarado, un ex suboficial de la PFA exonerado a principios
de los 90 por un llamativo secuestro ocurrido un año atrás.
El 15 de septiembre del
año pasado, una mujer fue raptada en una suerte de operativo comando de tres
autos y al menos seis delincuentes mientras llevaba a dos de sus hijos a la
escuela en su Ford Focus. La mujer fue liberada poco después en La Matanza; sus
captores habían pedido 15 millones de pesos para conformarse con unos meros 70
mil. El caso llegó semanas atrás a la Cámara platense, luego de ser investigado
por el fiscal lomense Leonel Gómez Barbella y el juez Patricio Santamarina, el
encargado de la nueva causa narco del "Cabezón". La víctima del
secuestro, pudo saber Infobae, fue, precisamente, la mujer del "Cabezón",
Mariela Jara, "La Tuta", hoy con arresto domiciliario e imputada como
parte de su organización.
Esta novedad tiñe la
trama de otro color: raptar a la mujer de un supuesto capo es una jugada de
alto riesgo y de alto vuelo. Ninguna fuente ligada a la investigación cree que
haya sido un ataque al voleo. "Tenían handys, pasamontañas. Sabían muy
bien a quién se llevaban", dice una voz policial.
El caso, por otra parte,
tuvo un abogado querellante: fue Carlos Broitman, el defensor de Ibar Pérez
Corradi, entre otros presuntos traficantes y el abogado personal, también, del
"Cabezón" del barrio El Pantano.
La defensa
Broitman asevera en
diálogo con Infobae: "Pérez estaba retirado de cualquier actividad
ilícita. Se lo acusa por la cara, por la historia, por las hipótesis y las presunciones,
que no se condicen con las pruebas en autos. La mirada general de la situación
es que nuevamente se está haciendo una megacausa en un partido Esteban
Echeverría, en varios barrios como El Pantano, cuando no hay una relación entre
las partes. Cuando se analice en profundidad se verá que no están todos los
detenidos en la misma bolsa. Que le encuentren un celular no quiere decir que
tenga una actividad".
El abogado es enfático en
negar, por ejemplo, el supuesto croquis que descubrió la Policía Bonaerense y
que ya conocen los investigadores judiciales del caso que vincularía al
"Cabezón" con la muerte de Esteban Luna: "A ese plano nunca lo
vimos, habrá aparecido, no creo que tenga un plano, mi cliente está muy lejos
de cualquier intento homicida. No lo vi en el secuestro, no fue notorio dentro
de lo que se firmó. Suscribimos los secuestros y documentación y nadie
identificó el plano. Me hubiera gustado que lo suscriban, por ejemplo, los
testigos y el defensor", asevera. Broitman, por otra parte, dice que
estuvo presente en el allanamiento a la casa de su cliente, pero que llegó a la
tarde, cuando el operativo comenzó a la mañana.
La cocaína en el
secarropas es otro punto de conflicto que Broitman liga al sugestivo ingreso a
la casa de Pérez tiempo atrás: "Esa cocaína no sé quién se la puso. Hay
filmaciones que muestran que ingresaron varias veces a la casa de él, personas
que se presentaron como presuntos policías. Fue denunciada esa acción, cometida
por gente con guantes, especializada, se vio por cámaras que le tiran una
bolsa".
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