El allanamiento fue realizado por la Fuerza Policial Antinarcotráfico
Chubut al 250 casi Colón, barrio Alberdi,
de la ciudad de Córdoba, no es un domicilio más para el mapa del narcomenudeo
local.
Es que desde hace al menos ocho años, el
negocio ubicado en la planta baja de esa dirección es objeto, de manera
periódica, de allanamientos para combatir la venta de drogas ilícitas.
Esto, pese a que se encuentra a menos de 200 metros de la
Jefatura de la Policía de Córdoba y a dos cuadras y media de la comisaría 2ª
(sobre calle Santa Rosa).
Tanto la Justicia
provincial –se dedica al narcomenudeo– como la federal –tiene la competencia de
aquellos delitos de estupefacientes de mayor escala–, hace tiempo que tienen a
este comercio en la mira.
Hace 72 horas, la
pollería que allí funciona -que ha ido cambiando de nominación en todo este
tiempo- otra vez fue allanada por los agentes de la Fuerza Policial
Antinarcotráfico (FPA), que secuestraron más de 100 mil pesos en efectivo allí
y 72 dosis de cocaína en otro domicilio cercano e involucrado en la
investigación.
Un hombre fue detenido,
sospechado de comercialización de estupefacientes, mientras que otros dos
sujetos terminaron demorados ya que serían clientes.
En los operativos también
se hallaron un arma de fuego y elementos relacionados al fraccionamiento de la
droga.
Varias visitas
Se trata, según los
registros del periódico cordobés La Voz, del sexto allanamiento que se realiza
en ese mismo domicilio en los últimos ocho años.
La primera vez que este
local fue noticia policial ocurrió el 23 de septiembre de 2008, cuando Elvira
Calderón, una mujer oriunda de Perú que vive en la planta alta, denunció haber
sufrido una violenta golpiza en medio de un asalto muy llamativo.
Un mes después, ella
quedaba presa por primera vez, acusada de tener 80 gramos de cocaína.
Pero al semestre, ya
estaba de nuevo en la calle. Y de nuevo terminaba detenida.
En abril de 2009, la
entonces división Drogas Peligrosas de la Policía aseguraba haber desbaratado
un “fumadero de paco” que funcionaba en la pollería, que en ese momento se
llamaba El Rico Pollo.
En el local se ofrecía,
entre otros platos, comida peruana, pero en realidad se sospechaba que todo se
trataba de una pantalla para encubrir la actividad principal de la
organización: venta de cocaína.
Según se informó en
aquella oportunidad, la banda comercializaba la droga de más calidad, conocida
como “alita de mosca”, y, al mismo tiempo, ofrecía otra inferior, llamada
“paco”.
Pese al revuelo mediático
que aquel operativo generó, lejos estuvo El Rico Pollo de cerrar.
Ya en febrero de 2014,
una vez más la Policía encontró droga en su interior. Agentes que buscaban, en
teoría, elementos robados, irrumpieron en el restaurante y se toparon con 80
“ravioles” de cocaína y casi 20 mil pesos.
El extraño motivo que guió
el operativo generó más de un comentario entre los policías.
Es que no sólo que Elvira
recuperó rápido la libertad, ya que no había una investigación sólida por
detrás, sino que ese allanamiento hizo demorar otra pesquisa paralela que los
agentes antidrogas llevaban en silencio.
Dos meses después, en
abril, después de una serie de operativos, ocho personas, siete de ellas
oriundas de Perú, quedaron detenidas e imputadas de diversos delitos, entre
ellos, el de asociación ilícita, una figura penal jamás utilizada en el
narcomenudeo.
Según la Justicia
provincial, integraban una organización que operaba en diferentes escalas del
submundo de la producción y venta de cocaína.
Elvira Calderón, una vez
más, quedaba presa. Cuando fue sorprendida por los policías, intentó tragarse
la cocaína que llevaba, pese a que estaba embarazada.
Esta vez, los agentes de
la Policía Federal encontraron una pista más que comprometedora: en la
investigación surgieron elementos que vinculaba a agentes provinciales con esta
banda.
Se había establecido que
Elvira Calderón tenía contacto con diferentes policías.
Incluso, en más de una
oportunidad, la mujer habría avisado a sus cómplices que en unas horas iban a
ser allanados, según surgía de las intervenciones telefónicas.
Ya en 2015, la FPA volvió
a allanar el local.
Y ahora, con Elvira de
nuevo en libertad, otra vez la Justicia tuvo que ordenar un operativo allí.
No obstante, esta vez la
mujer no fue involucrada, ya que en este tiempo el negocio ha ido cambiado, al
menos desde lo formal, de propietarios.
Cinco personas oriundas
de Perú, que estaban en situación irregular, fueron contactadas por
Migraciones.
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