25 de diciembre de 2016

Córdoba: la pollería "narco"

El allanamiento fue realizado por la Fuerza Policial Antinarcotráfico

Chubut al 250 casi Colón, barrio Alberdi, de la ciudad de Córdoba, no es un domicilio más para el mapa del narcomenudeo local.

Es que desde hace al menos ocho años, el negocio ubicado en la planta baja de esa dirección es objeto, de manera periódica, de allanamientos para combatir la venta de drogas ilícitas.

Esto, pese a que se encuentra a menos de 200 metros de la Jefatura de la Policía de Córdoba y a dos cuadras y media de la comisaría 2ª (sobre calle Santa Rosa).

Tanto la Justicia provincial –se dedica al narcomenudeo– como la federal –tiene la competencia de aquellos delitos de estupefacientes de mayor escala–, hace tiempo que tienen a este comercio en la mira.

Hace 72 horas, la pollería que allí funciona -que ha ido cambiando de nominación en todo este tiempo- otra vez fue allanada por los agentes de la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA), que secuestraron más de 100 mil pesos en efectivo allí y 72 dosis de cocaína en otro domicilio cercano e involucrado en la investigación.

Un hombre fue detenido, sospechado de comercialización de estupefacientes, mientras que otros dos sujetos terminaron demorados ya que serían clientes.

En los operativos también se hallaron un arma de fuego y elementos relacionados al fraccionamiento de la droga.

Varias visitas

Se trata, según los registros del periódico cordobés La Voz, del sexto allanamiento que se realiza en ese mismo domicilio en los últimos ocho años.

La primera vez que este local fue noticia policial ocurrió el 23 de septiembre de 2008, cuando Elvira Calderón, una mujer oriunda de Perú que vive en la planta alta, denunció haber sufrido una violenta golpiza en medio de un asalto muy llamativo.

Un mes después, ella quedaba presa por primera vez, acusada de tener 80 gramos de cocaína.

Pero al semestre, ya estaba de nuevo en la calle. Y de nuevo terminaba detenida.

En abril de 2009, la entonces división Drogas Peligrosas de la Policía aseguraba haber desbaratado un “fumadero de paco” que funcionaba en la pollería, que en ese momento se llamaba El Rico Pollo.

En el local se ofrecía, entre otros platos, comida peruana, pero en realidad se sospechaba que todo se trataba de una pantalla para encubrir la actividad principal de la organización: venta de cocaína.

Según se informó en aquella oportunidad, la banda comercializaba la droga de más calidad, conocida como “alita de mosca”, y, al mismo tiempo, ofrecía otra inferior, llamada “paco”.

Pese al revuelo mediático que aquel operativo generó, lejos estuvo El Rico Pollo de cerrar.

Ya en febrero de 2014, una vez más la Policía encontró droga en su interior. Agentes que buscaban, en teoría, elementos robados, irrumpieron en el restaurante y se toparon con 80 “ravioles” de cocaína y casi 20 mil pesos.

El extraño motivo que guió el operativo generó más de un comentario entre los policías.

Es que no sólo que Elvira recuperó rápido la libertad, ya que no había una investigación sólida por detrás, sino que ese allanamiento hizo demorar otra pesquisa paralela que los agentes antidrogas llevaban en silencio.

Dos meses después, en abril, después de una serie de operativos, ocho personas, siete de ellas oriundas de Perú, quedaron detenidas e imputadas de diversos delitos, entre ellos, el de asociación ilícita, una figura penal jamás utilizada en el narcomenudeo.

Según la Justicia provincial, integraban una organización que operaba en diferentes escalas del submundo de la producción y venta de cocaína.

Elvira Calderón, una vez más, quedaba presa. Cuando fue sorprendida por los policías, intentó tragarse la cocaína que llevaba, pese a que estaba embarazada.

Esta vez, los agentes de la Policía Federal encontraron una pista más que comprometedora: en la investigación surgieron elementos que vinculaba a agentes provinciales con esta banda.

Se había establecido que Elvira Calderón tenía contacto con diferentes policías.

Incluso, en más de una oportunidad, la mujer habría avisado a sus cómplices que en unas horas iban a ser allanados, según surgía de las intervenciones telefónicas.

Ya en 2015, la FPA volvió a allanar el local.

Y ahora, con Elvira de nuevo en libertad, otra vez la Justicia tuvo que ordenar un operativo allí.

No obstante, esta vez la mujer no fue involucrada, ya que en este tiempo el negocio ha ido cambiado, al menos desde lo formal, de propietarios.

Cinco personas oriundas de Perú, que estaban en situación irregular, fueron contactadas por Migraciones.

En ese sentido, se aclaró que la FPA tiene la política de seguir los lugares que ya fueron allanados, con el objetivo de evitar que continúen siendo utilizados como bocas de expendio ilegal de drogas.

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