4 de noviembre de 2016

Misiones, otra frontera líquida muy porosa

Incautación de marihuana en Puerto Maní

La vieja canoa de madera flotaba de casualidad. La noche sin luna y el río marrón servían de camuflaje a los navegantes para cruzar 1652 kilos de marihuana desde el departamento de Itapúa, en Paraguay, hasta Puerto Maní, en Misiones, otro de los puntos calientes en la frontera líquida entre ambos países. El martes pasado, la Prefectura Naval secuestró aquel cargamento, pero no pudo atrapar a los hombres que cruzaban la droga hacia la ribera argentina.

En lo que va del año, las fuerzas federales argentinas secuestraron 36.000 kilos de marihuana en esa provincia. En el paraje María Magdalena Mado tiene su morada Thierry André Polus, el llamado "rey de la marihuana", que está preso en Resistencia, Chaco, tras haber sido condenado en mayo pasado, en un juicio abreviado, a cinco años y 11 meses de prisión por la Justicia de Misiones. Se lo consideró el líder de una banda narco que operaba en varias provincias, como Misiones, Santa Fe, Río Negro y Neuquén, desde donde enviaba cargamentos de droga a Chile, tras cruzar medio país y cruzar la Cordillera de los Andes por el paso fronterizo Cardenal Samoré, en Villa La Angostura.

En Misiones ingresa la marihuana que se cultiva en los departamentos del sur paraguayo, como los de Itapúa y Alto Paraná. En zonas de áreas protegidas de bosques nativos se producen más de 1500 hectáreas de cannabis sativa. Hace una década ya lo advertía un estudio elaborado por las Naciones Unidas en el que se señalaba que las poblaciones que actualmente viven del cultivo de la marihuana "no lograron articularse en el mercado agropecuario y tampoco estabilizaron su economía campesina por problemas estructurales".

Organizaciones ambientalistas advirtieron que la expansión de las plantaciones de marihuana, desde hace más de una década, comenzó a provocar serios problemas en los bosques nativos. Se calcula que fueron deforestados más de 23.000 hectáreas para producir cannabis sativa y para extraer madera. Según el diario ABC, de Asunción, sólo ocho guardaparques, varios de ellos sin otros recursos que sus propias motos, deben cuidar 75.000 hectáreas que componen la Reserva San Rafael (Caazapá-Itapúa) y el Parque Nacional Ñacunday (Alto Paraná), amenazados día y noche por los traficantes.

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