5 de noviembre de 2016

Kamba Rembe: el corazón de la producción de la marihuana

En Kamba Rembe todos los campesinos cultivan marihuana

Por Germán de los Santos (La Nación)

Vicente Espíndola tiene 36 años, las manos grandes, ásperas y curtidas como la piel de su cara azotada por el sol. El humo del tabaco se escurre por su boca cuando cuenta, debajo de un alero que lo protege de una lluvia repentina de gotas gruesas, que desde los 14 años cultiva marihuana en Kamba Rembe, en el centro de Paraguay.

Desde pequeño tiene el perfume empalagoso del cannabis impregnado en su cuerpo, como huelen en épocas de cosecha -dos o a veces tres al año- el 80 por ciento de los 4500 habitantes de un asentamiento de campesinos que hace una década abandonaron los cultivos tradicionales como el algodón, la mandioca o el sésamo para convertirse en productores ilegales de la llamada "planta maldita".

A más de 1500 km de este pueblo, que por el desmonte empieza a perder su fisonomía selvática, en Buenos Aires o Rosario esa droga genera muertes a causa de las disputas por el territorio fértil para vender lo que aquí se produce y no se consume, según afirman los pobladores en Kamba Rembe. Más al norte, en el departamento Amambay, las organizaciones criminales brasileñas como Primer Comando Capital y Comando Vermelho dominan gran parte de entre 4500 y 5500 hectáreas de plantaciones de marihuana, que han convertido a Paraguay en el principal productor de América del Sur, según la OEA.

Dentro de este país se consume sólo el 5 por ciento de la marihuana que produce. El resto está destinado a Brasil, la Argentina, Uruguay y Chile, donde los 30 dólares que le pagan por kilo a los campesinos como Espíndola, en el centro y norte de Paraguay, se multiplican por diez cuando llega a Corrientes o Formosa, del otro lado del río. Las rutas para llevar la droga cambian todo el tiempo. Se usan lanchas y barcazas en la hidrovía, avionetas y camiones para trasladar unas 50.000 toneladas de marihuana por año.

En esa instancia la cadena de comercialización de la droga está en poder de organizaciones narcos mixtas. Si el cannabis pasa la cordillera de los Andes, y llega a Santiago, Chile, su valor por kilo supera los 1200 dólares, pero los riesgos son otros por la logística que se debe usar.

El polaco francés Thierry Polus, apodado "rey de la marihuana", -condenado en un juicio abreviado en mayo pasado a 5 años y 11 meses de prisión en Posadas, Misiones- era uno de los encargados del engranaje logístico en la Argentina para atravesar el país desde el Nordeste hasta la cordillera los cargamentos por el paso Cardenal Samoré, en San Martín de los Andes, en Neuquén, hacia el país trasandino.

Desde hace una década la marihuana se transformó en el eje de la economía precaria de decenas de pueblos y ciudades del centro y norte de Paraguay, donde la presencia del Estado es difusa y muchas veces, cómplice, como señala el fiscal Antidrogas Isaac Ferreyra: "El tráfico de marihuana financia campañas políticas y ya tiene sus propios candidatos".

En Kamba Rembe, que está separado 45 km de la ciudad más cercana que es General Resquín, la única autoridad estatal son cuatro policías que -según denuncian los pobladores viven de las coimas que abonan los "marihuaneros", que deben pagarles por hectárea un millón de guaraníes (unos $ 2700).

Entre bueyes y motos importadas

El rugir de las motos nuevas importadas rompen el silencio profundo del mediodía en ese asentamiento que está lejos de parecerse a un pueblo. Su trazado y sus calles no tienen una lógica urbana. Son parcelas desparramadas desde hace 26 años, cuando un grupo de campesinos obligó a que un estanciero alemán, de apellido Rodell, les cediera 8000 hectáreas luego de la toma del campo. Daniel Romero, dirigente campesino que es una especie de fundador del lugar -que en los papeles se llama como nadie lo nombra San José del Norte-, reconoce que quedaron en el olvido los tiempos en que los pobladores cultivaban y criaban animales para el autoconsumo. "La planta maldita se transformó en un monocultivo", apunta.

En las calles de Kamba Rembe conviven los carros tirados con bueyes y las motocicletas y los cuatriciclos, que se transformaron en el vehículo más común junto con algunas camionetas importadas 4x4. Contrastan con la escenografía de casas de chapa y madera pintadas de colores rabiosos. Las motos nuevas son el fruto de la última cosecha de la variedad "tempranera," que terminó hace dos meses. Estas plantas alcanzan los tres metros de altura.

Espíndola comenzó con una hectárea, que le dejaba por año -en dos cosechas- más de 3000 kg de marihuana. Es la cantidad de esa droga que se consume en un mes en toda una ciudad, como Córdoba o Rosario. Ahora se asoció con otro productor ilegal y proyectan cultivar unas 27 hectáreas en la próxima temporada.

Vende su producción a acopiadores narco que viven en la zona o que provienen del departamento de Amambay, que está más al Norte, donde está Pedro Juan Caballero, ciudad en que está montado el know how del negocio narco, que dominan a fuerza de balas dos organizaciones brasileñas: el Primer Comando Capital y Comando Vermelho.

Los productores de marihuana en Kamba Rembe no esconden demasiado el delito que cometen porque están en medio de una negociación con el gobierno del presidente Horacio Cartés. Tomaron en julio pasado el municipio de General Resquín, luego de que efectivos de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) destruyeron parte de las plantaciones y decomisaron diez toneladas de marihuana cosechada.

Romero argumenta que la protesta no fue en favor de la marihuana, sino que se exigió al gobierno paraguayo un plan de desarrollo sustentable para que los pobladores vuelvan a los cultivos legales y a la cría de animales. Desde Senad entregaron semillas de tomate para tratar de cambiar la matriz económica de esa población. La oferta no prendió demasiado. "La marihuana siempre gana y por ahora no tiene rivales", sostuvo René Noguera, coordinador de la escuela agrotécnica, que pertenece a la comunidad de Fe y Alegría.

"Hace una década llegaron al lugar marihuaneros de Lima una localidad que está situada a unos 30 km de allí, corridos por los operativos de las fuerzas de seguridad. Se asentaron aquí y empezaron a sembrar cannabis. La gente del lugar se empezó a dar cuenta de que con esta droga ganaba 30 o 50 veces más que con la mandioca o el sésamo", advierte el docente.

Según define el comandante de la Secretaría Antidrogas de Paraguay (Senad), Oscar Chamorro, la estrategia del gobierno apunta a la destrucción de los cultivos. "Es lo que más daño, sobre todo a nivel económico, hace a las organizaciones criminales", plantea. Esa fuerza tiene sólo 300 efectivos y un presupuesto anual de sólo diez millones de dólares. Y son con cuentagotas las operaciones para destruir campos de cannabis, porque son muy costosas para esa fuerza.

La única manera de realizar un operativo, según admiten las autoridades del Senad, es con la cooperación de las autoridades de Brasil, que financia los costos de esas misiones. La intención de las autoridades paraguayas es sumar a la Argentina, otro país donde llega la marihuana que se produce allí, para que aporte fondos para las quemas de campos de cannabis.

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