En la vivienda la Policía Metropolitana halló osos de peluche con los que el septuagenario engañaba a las menores
Por Federico Fahsbender (Infobae)
Juan Mammato, de 70 años de edad, italiano de nacimiento, vecino de Flores, beneficiario de la obra social de empleados de comercio, es un jubilado del PAMI. Como muchos otros jubilados como él, sus haberes lo esperan cada mes en el banco Nación, de acuerdo a registros comerciales. Hasta aquí, nada inusual.
Juan Mammato, de 70 años de edad, italiano de nacimiento, vecino de Flores, beneficiario de la obra social de empleados de comercio, es un jubilado del PAMI. Como muchos otros jubilados como él, sus haberes lo esperan cada mes en el banco Nación, de acuerdo a registros comerciales. Hasta aquí, nada inusual.
Una denuncia anónima llevó a la Policía
Metropolitana a investigarlo durante varias semanas, en una causa bajo las
directivas del fiscal Federico Delgado y la firma del juez Sebastián Casanello.
Anteayer, en su casa sobre la calle Lautaro en Flores, un operativo que incluyó
perros de rastro y personal de la división Trata de Personas de la
Metropolitana encontró, entre ositos de peluche y viejas cartas del Día del
Padre con fecha de 1993, preservativos y más de medio litro de vaselina. Pero,
de todas maneras, la casa sobre la calle Lautaro no era el principal objetivo.
La inteligencia policial
indicó que Mammato usaba un departamento de paso sobre la calle Martín
Rodríguez, un tres ambientes sucio, desordenado, precario en una suerte de
pequeño conventillo. Allí, un nuevo operativo encontró tres consoladores que
emulaban penes de gran tamaño, más de 50 pastillas de sildenafil, el
medicamento base del Viagra y gran cantidad de preservativos. Mammato estaba
ahí, visiblemente nervioso, con una camisa blanca de manga corta entreabierta
por el calor, negando todo ante los efectivos que le revisaban el lugar.
Delgado había dado
expresas instrucciones para detener a Mammato en un oficio elevado a Casanello
el día 3 de este mes: el fiscal pidió que se lo aprese "una vez e
inmediatamente que la policía observe que el imputado haya ingresado al lugar
con alguna de esas mujeres". Efectivamente, Mammato fue encontrado con una
menor. Mammato aseguró ser su tío, que irían a Mar del Plata en las próximas
horas. La Policía lo había seguido luego de que la recogiera y viajara por la
autopista 25 de mayo. La mentira de Mammato no se sostuvo: la chica era una
evidente adicta al paco que entró rápidamente en síndrome de abstinencia, con
episodios entre sueño e irascibilidad. La menor fue hospitalizada; Mammato
quedó detenido de inmediato. En el allanamiento, le encontraron cuatro pipas
para fumar paco y la lana de acero necesaria para encender la droga.
Así, la acusación en su
contra terminó de tomar forma, algo surgido de la denuncia original y de un
extenso seguimiento de la Metropolitana: la Justicia sostiene que Mammato hacía
viajes regulares a la villa 1-11-14, para reclutar a niñas menores de edad
adictas a la pasta base y tener sexo con ellas a cambio de droga. Información
policial sube el cargo: la Metropolitana sostiene que el jubilado habría
prostituido a las menores con supuestos amigos. Delgado, por lo pronto, pidió
al juez Casanello que mantenga preso al jubilado, ya que lo considera capaz no
solo de fugarse sino también de entorpecer la causa en su contra.
Quedan cabos sueltos. En
una serie de hojas de anotador, la Policía encontró en el departamento de
Martín Rodríguez mensajes al menos tenebrosos. Los papeles, ocultos en un
cajón, decían: "Luis, sos un biolín. Haora bancá las consecuencias
(sic)".
Quién es Luis es algo que
queda por determinar. La Metropolitana, por su parte, ya identificó a quien
sería el "regenteador y proveedor de suministros" de Mammato: un
hombre de 30 años que vive también en una villa del Bajo Flores.
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