El cuerpo sin vida de Gustavo Sandoval cayó junto a la puerta de rejas de la derecha
El jueves, a la hora de la siesta, Gustavo
Ramón Sandoval estaba en la puerta de su casa de Ñandubay al 1200 bis (Juan B.
Justo al 6600). Dos hombres en moto pasaron y le dispararon. "El
mono", como lo conocían sus vecinos, cayó herido con balazos en ambas
piernas, la pelvis y la región lumbar. Su hermano lo cargó en un auto y lo
llevó al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez donde a las 20.50 murió.
Tenía 35 años y trabajaba como albañil. Ayer el barrio estaba inmerso en un
silencio impenetrable. "No vamos a hacer declaraciones por decisión de los
padres de Gustavo", explicó una familiar de El mono. Y entonces todo se
limitó a una escueta versión de fuentes allegadas a la pesquisa en manos del
fiscal Rafael Coria.
Ñandubay al 1200 bis está ubicada a 150 metros de la escuela
primaria "José Ortolani" y a escasos 70 metros del cruce de
Provincias Unidas y Juan B. Justo, en la zona noroeste de la ciudad. Una de los
sectores más empobrecidos de la ciudad, en jurisdicción de la seccional 20ª. En
la cuadra no sólo no hablaron los familiares del hombre asesinado, quienes
hasta pidieron disculpas por evitar el diálogo con la prensa; sino que también
los vecinos se sumieron en el silencio por miedo a posibles venganzas. Algo que
se repite a diario en cada uno de los barrios de la ciudad.
Pelea,
discusión y tiros
Según se pudo saber, “El mono” Sandoval
tuvo a principios de mes un fuerte encontronazo a trompadas con un soldadito de
un quiosco de venta de drogas ubicado en inmediaciones de Fraga y Olivé, a unos
100 metros
de la escena del crimen. Pero lo que comenzó siendo una pelea ganada por
Sandoval, con el correr de los días se transformó en un calvario. Primero fue
baleado en una de las piernas y después asesinado con balas calibre 9 milímetros . Los
vecinos tienen miedo al vuelto, como se conoce en la jerga a la respuesta que
se recibe tras denunciar a los pesados. El apodo del asesino de Sandoval es vox
populi, pero se reserva en esta nota a pedido de los pesquisas y la Fiscalía.
Muecas, sonrisas nerviosas, frases a medio
completar. Así los vecinos fueron brindando las pautas de lo que le ocurrió a
El mono. No contaban sobre los hechos en particular, pero hablaban de las
circunstancias en general.
Lamento
diario
"Acá ya no se puede vivir más, no le
importamos a nadie. Hay noches que directamente no dormís por la cantidad de
balazos que se escuchan. Y tenés que tener mucho cuidado con lo que decís y con
quién hablás porque te viene el vuelto", sintetizó uno de los pocos
vecinos que pudo completar tres frases y que le da al crimen la verdadera
identidad que tiene, la impronta que sacude a muchos barrios de la ciudad. En
ese marco, mientras los equipos periodísticos intentaban trabajar en el
territorio, como se debe, una decena de muchachos con los ojos cubiertos de
dolor y sed de venganza pasaban frente a ellos una y otra vez.
Una
saga trágica
“El mono” no fue el primer hombre asesinado
en ese barrio de la ciudad. Ñandubay al 1200 bis está separada por escasos 400 metros de Campbell
al 1100 bis, lugar donde el 12 de febrero de 2014 fue ejecutado de siete tiros
Ariel Alejandro Ávila, un rapero de 21 años conocido como "La
profecía".
"Esta es la realidad de mi
barrio/Donde hoy estás y mañana te están velando/Donde la droga corre como un
comando/Si son la misma mierda, para qué vamos a seguir hablando", rapeaba
Ávila en 2009 cuando tenía 15 años. Hoy la plaza de Génova y Campbell lleva su
nombre.
¿Qué hicieron “El mono” y Ávila para
ganarse una sentencia a muerte? Discutieron con soldaditos de los quioscos que
funcionan en el barrio. Los relatos sobre los crímenes son calcados. Casi
trillados. Primero fue el encontronazo con los soldaditos y posteriormente la
muerte. Acción-reacción. ¿Una novedad?¿Un hallazgo periodístico? No. Una
realidad que la puede relatar cualquier vecino bajo reserva de identidad ya que
no sólo no confían en los policías de la seccional 20ª sino tampoco en
Gendarmería Nacional. "Unos y otros van por Fraga al fondo (donde funciona
un quiosco) y nunca pasa nada", explicó un vecino.
El 21 de noviembre Diego Barrios, de 19
años, fue baleado en el tórax en un descampado de Cullen al 1300 bis mientras
jugaba un picadito. Falleció mientras era conducido al hospital Alberdi. Pocos
minutos más tarde al Heca ingresó desde Cabal al 1500 bis, a unos 400 metros de la escena
del crimen de Barrios, Juan L. Tenía un balazo en la cabeza al que logró
sobrevivir. Al filo de la medianoche del 19 de diciembre Germán Ibarra, de 39
años, recibió siete balazos en La República y Virgilio Ottone. El hombre,
dedicado al narcomenudeo según la investigación, vivía en Barra al 1200 bis.
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