26 de marzo de 2016

Matan a balazos en Rosario a un hombre que se había peleado con un soldadito narco

El cuerpo sin vida de Gustavo Sandoval cayó junto a la puerta de rejas de la derecha

El jueves, a la hora de la siesta, Gustavo Ramón Sandoval estaba en la puerta de su casa de Ñandubay al 1200 bis (Juan B. Justo al 6600). Dos hombres en moto pasaron y le dispararon. "El mono", como lo conocían sus vecinos, cayó herido con balazos en ambas piernas, la pelvis y la región lumbar. Su hermano lo cargó en un auto y lo llevó al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez donde a las 20.50 murió. Tenía 35 años y trabajaba como albañil. Ayer el barrio estaba inmerso en un silencio impenetrable. "No vamos a hacer declaraciones por decisión de los padres de Gustavo", explicó una familiar de El mono. Y entonces todo se limitó a una escueta versión de fuentes allegadas a la pesquisa en manos del fiscal Rafael Coria.

Ñandubay al 1200 bis está ubicada a 150 metros de la escuela primaria "José Ortolani" y a escasos 70 metros del cruce de Provincias Unidas y Juan B. Justo, en la zona noroeste de la ciudad. Una de los sectores más empobrecidos de la ciudad, en jurisdicción de la seccional 20ª. En la cuadra no sólo no hablaron los familiares del hombre asesinado, quienes hasta pidieron disculpas por evitar el diálogo con la prensa; sino que también los vecinos se sumieron en el silencio por miedo a posibles venganzas. Algo que se repite a diario en cada uno de los barrios de la ciudad.

Pelea, discusión y tiros

Según se pudo saber, “El mono” Sandoval tuvo a principios de mes un fuerte encontronazo a trompadas con un soldadito de un quiosco de venta de drogas ubicado en inmediaciones de Fraga y Olivé, a unos 100 metros de la escena del crimen. Pero lo que comenzó siendo una pelea ganada por Sandoval, con el correr de los días se transformó en un calvario. Primero fue baleado en una de las piernas y después asesinado con balas calibre 9 milímetros. Los vecinos tienen miedo al vuelto, como se conoce en la jerga a la respuesta que se recibe tras denunciar a los pesados. El apodo del asesino de Sandoval es vox populi, pero se reserva en esta nota a pedido de los pesquisas y la Fiscalía.

Muecas, sonrisas nerviosas, frases a medio completar. Así los vecinos fueron brindando las pautas de lo que le ocurrió a El mono. No contaban sobre los hechos en particular, pero hablaban de las circunstancias en general.

Lamento diario

"Acá ya no se puede vivir más, no le importamos a nadie. Hay noches que directamente no dormís por la cantidad de balazos que se escuchan. Y tenés que tener mucho cuidado con lo que decís y con quién hablás porque te viene el vuelto", sintetizó uno de los pocos vecinos que pudo completar tres frases y que le da al crimen la verdadera identidad que tiene, la impronta que sacude a muchos barrios de la ciudad. En ese marco, mientras los equipos periodísticos intentaban trabajar en el territorio, como se debe, una decena de muchachos con los ojos cubiertos de dolor y sed de venganza pasaban frente a ellos una y otra vez.

Una saga trágica

“El mono” no fue el primer hombre asesinado en ese barrio de la ciudad. Ñandubay al 1200 bis está separada por escasos 400 metros de Campbell al 1100 bis, lugar donde el 12 de febrero de 2014 fue ejecutado de siete tiros Ariel Alejandro Ávila, un rapero de 21 años conocido como "La profecía".

"Esta es la realidad de mi barrio/Donde hoy estás y mañana te están velando/Donde la droga corre como un comando/Si son la misma mierda, para qué vamos a seguir hablando", rapeaba Ávila en 2009 cuando tenía 15 años. Hoy la plaza de Génova y Campbell lleva su nombre.

¿Qué hicieron “El mono” y Ávila para ganarse una sentencia a muerte? Discutieron con soldaditos de los quioscos que funcionan en el barrio. Los relatos sobre los crímenes son calcados. Casi trillados. Primero fue el encontronazo con los soldaditos y posteriormente la muerte. Acción-reacción. ¿Una novedad?¿Un hallazgo periodístico? No. Una realidad que la puede relatar cualquier vecino bajo reserva de identidad ya que no sólo no confían en los policías de la seccional 20ª sino tampoco en Gendarmería Nacional. "Unos y otros van por Fraga al fondo (donde funciona un quiosco) y nunca pasa nada", explicó un vecino.

El 21 de noviembre Diego Barrios, de 19 años, fue baleado en el tórax en un descampado de Cullen al 1300 bis mientras jugaba un picadito. Falleció mientras era conducido al hospital Alberdi. Pocos minutos más tarde al Heca ingresó desde Cabal al 1500 bis, a unos 400 metros de la escena del crimen de Barrios, Juan L. Tenía un balazo en la cabeza al que logró sobrevivir. Al filo de la medianoche del 19 de diciembre Germán Ibarra, de 39 años, recibió siete balazos en La República y Virgilio Ottone. El hombre, dedicado al narcomenudeo según la investigación, vivía en Barra al 1200 bis.

Hace unos 2400 años el filósofo griego Aristóteles dijo: "La única verdad es la realidad". Con el correr de los milenios, el general Juan Domingo Perón hizo propia la frase el siglo pasado. Y el imaginario popular la transformó en verdad indiscutida. Empalme Graneros fue durante años un bastión peronista. Hoy algunos vecinos del lugar tienen miedo de contar sus pesares por miedo a la reacción de los transas. Saben que la única verdad es "su" realidad.

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