Monseñor Víctor Manuel Fernández y el investigador de la UCA Agustín Salvia durante la presentación del informe
Por Daniel Gallo (La Nación)
Varios son los
indicadores que encienden las alarmas sobre el fuerte crecimiento del mercado
interno de drogas. Por un lado están los récords anuales en la incautación de
estupefacientes, que hablan de la mayor circulación de esas sustancias; por el
otro, los informes oficiales sobre el aumento del consumo entre jóvenes
escolarizados, que marcan la expansión de la demanda.
Ayer, el Observatorio de
la Deuda Social, de la Universidad Católica Argentina (UCA), aportó otro dato
preocupante para comprender hasta dónde logró llegar el narcotráfico: entre
2010 y 2014 se duplicaron los puestos de venta de drogas en los barrios de
"nivel socioeconómico alto" de la ciudad de Buenos Aires.
Entre 2010 y 2011, los
investigadores de la UCA entrevistaron a vecinos de la ciudad para conocer su
percepción sobre el narcotráfico. Entonces, el 12% de los consultados en las
zonas de mayores ingresos dijeron saber que en sus calles se vendían drogas. En
2014, el 26% afirmó tener esa percepción.
En los barrios humildes
la situación es peor: el 85% de los entrevistados dijo que vive rodeado por
quioscos de drogas. Pero no hubo variación entre las mediciones, como sí
ocurrió en las zonas acomodadas, lo que es indicativo del avance narco en
nuevos territorios sociales. "En las encuestas cualitativas se nota,
además, la presencia del comercio de drogas en los alrededores de colegios de
mayor nivel socioeconómico", explicó Agustín Salvia, jefe de investigaciones
del Observatorio de la Deuda Social.
El crecimiento de la
percepción de los ciudadanos de la presencia de puestos de venta de drogas
cerca de sus hogares impactó tanto en la región metropolitana como en el
interior del país. En el ciclo 2010/2011 la penetración narco en ciudades
grandes como Mar del Plata, Resistencia, Neuquén, Zárate, Paraná y Comodoro
Rivadavia fue advertida por el 28% de los encuestados; en 2013/2014 trepó al
41%.
Frente a este problema,
que se expande por todo el país, el rector de la UCA, monseñor Víctor
Fernández, dejó en claro en la presentación del documento que "el papa
Francisco no deja de expresar su preocupación por el narcotráfico".
El Sumo Pontífice y el
presidente Mauricio Macri dialogaron sobre la situación del narcotráfico en la
Argentina en la reunión que mantuvieron el sábado pasado en el Vaticano. Y el
primer mandatario expuso ante la Asamblea Legislativa, en su mensaje de
anteayer, que la lucha contra las drogas era una de sus prioridades, junto con
el objetivo de llegar a pobreza cero y a la unión de los argentinos. El
análisis de los datos de encuestas de la UCA señala la realidad local. "El
consumo de drogas en nuestro país parece una pandemia", definió Salvia.
"Hay una fuerte
relación entre consumo de drogas, violencia e inseguridad; son ejes que se
potencian entre sí", argumentó el investigador jefe del Observatorio de la
Deuda Social. Las cifras obtenidas por la casa de altos estudios marcan que, en
promedio, 4,5 de cada 10 hogares de todo el país tienen cerca una boca de
expendio de drogas.
El "consumo
problemático" de drogas alcanza a 110.000 hogares argentinos; un 70% de
ellos no tienen asistencia profesional para afrontar la situación. Por eso, los
investigadores de la UCA señalan que el mayor riesgo recae sobre los barrios
humildes, con niveles de penetración narco más elevados que los alcanzados en
zonas económicamente más fuertes, incluso con la duplicación de los llamados
"quioscos de drogas" en estos lugares.
En las villas y asentamientos
de la Capital se mantuvo, en los períodos 2010/2011 y 2013/2014, la percepción
de cercanías con puestos de venta de droga expuesta en el orden del 85%. En el
conurbano, las respuestas pasaron del 48%, en el ciclo 2010/2011, al 75%, en
2013/2014. Algo similar ocurrió en barrios más consolidados, pero de nivel
socioeconómico bajo, que pasaron del 45 al 67% de respuestas afirmativas sobre
la presencia del narcomenudeo en las inmediaciones de los hogares.
En el análisis de los
datos apareció también una masiva afirmación sobre mayor presencia policial en
los barrios. Sin embargo, esa vigilancia adicional no tuvo como consecuencia
aún una menor comercialización de drogas.
Otras vías de prevención
Para el Observatorio de
la Deuda Social las respuestas al desafío narco no pueden encontrarse sólo en
el aumento de la capacidad policial, sino que deben pasar por el
fortalecimiento de la sociedad, con dos ejes prácticos: trabajo y deporte.
"Hay una fuerte
correlación entre las adicciones problemáticas y la desocupación", señaló
Salvia, que propuso la realización de una labor territorial del Estado apoyada
en las organizaciones sociales y no gubernamentales que tienen conocimiento
propio de las características de cada lugar.
A partir de los
resultados de los sondeos y su cruce con encuestas cualitativas, en las que los
vecinos explican causas y consecuencias del problema, queda en evidencia que el
objetivo central de las políticas públicas antidrogas debe pasar por la
reducción rápida del consumo. "Si no hay demanda, no hay oferta. En ese
caso, quizá seamos un país de tránsito, pero hoy somos un país de tránsito,
consumo y producción de drogas", explicó Salvia.
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