El nuevo ministro de Seguridad de Santa Fe, Maximiliano Pullaro
Por Hernán Lascano (La Capital, Rosario)
A los 40 años Maximiliano Pullaro renuncia
a la banca de diputado provincial que revalidó en las elecciones recientes para
ser ministro de Seguridad en el gobierno de Miguel Lifschitz. Le espera el
lugar más ingrato del gabinete pero declara optimismo. “Tomé esta temática
desde que empecé como legislador. Ingresé a la política con deseo de
transformar y no para correrle el cuerpo a las oportunidades”, dice. Anuncia
que someterá a la policía provincial a un control permanente, que a cada unidad
policial le impondrá objetivos y que hará un censo para establecer en qué
situación está cada uniformado. Pondrá a disposición de cada intendente esos
datos para que cada uno sepa con qué dotación de agentes cuenta su distrito.
“Nuestra meta es disminuir los índices de
una violencia urbana muy diversa. Apuntamos a perforar la narcocriminalidad por
el modo en que en Santa Fe y en Argentina alteró comportamientos sociales. Por
cómo este delito se organizó económicamente generando una violencia novedosa y
profunda. Tendremos presente el lavado de dinero y el rol de los profesionales
que actúan dentro de estas bandas. Pero tembién enfocaremos otros delitos que
siendo menores generan malestar, como los escruches a viviendas y los robos en
la vía pública. Para eso necesitamos una fuerza policial preparada, activa, que
recupere la verticalidad, el orden y el prestigio.
—Esto
se dice como rutina cada vez que un ministro asume. Más allá de la buena fe
queda el resabio de que persiste el discurso sin que la realidad del delito y
las fuerzas policiales se altere.
—Nuestro mayor empeño será para que esa
realidad se modifique. Nosotros en democracia nos formamos en un déficit:
entendiendo que la seguridad era un problema de las fuerzas de seguridad y que
la función de la política era dotar de recursos y medios a esas fuerzas. Hoy
comprendemos que la dimensión es construir una política que pueda perdurar en
el tiempo. Apuntamos a dos pilares. Uno es la construcción de información que
nos revele con claridad la situación en cada barrio en cada ciudad con datos
propios, para no ser en el Ministerio procesadores de los datos que nos aporten
otros organismos como las Fiscalías, la policía o los organismos municipales. A
partir de estos datos, más los que aporten las encuestas de victimización sobre
los delitos no denunciados, planificaremos políticas públicas. El segundo pilar
es tener una Secretaría de Control que trabaje con rigor. Que no debe mirar
sólo los casos de policías comprometidos en delitos sino supervisar el
funcionamiento de las fuerzas de seguridad, que estará sujeta a metas, para verificar
si hay una correcta prestación del servicio.
—El
año pasado Berni dijo que el fenómeno del delito en Rosario era de baja
intensidad comparado con las áreas del conurbano bonaerense. ¿Cómo valora lo
que pasa en la provincia?
—Nosotros advertimos que no tenemos bandas
con logística y tecnología que le impidan al Estado desarticularlas. Sí vemos
una compenetración preocupante entre sectores de las fuerzas de seguridad y la
delincuencia civil. La política miró durante muchos años para otro lado. Tenemos
que avanzar sobre el delito complejo como el narcotráfico y la estructura el
del lavado de activos para lo que necesitamos mucha colaboración nacional. Y
centralmente sobre los que asesoran en el delito a las bandas.
—¿A
quién se refiere?
—A profesionales que están integrados a las
estructuras criminales para asegurarles éxito económico. Hablo de abogados,
escribanos, contadores que asesoran en el delito. Y para evitar malentendidos
aclaro que no estoy hablando de una mayoría de profesionales que trabajan
lealmente, ni de abogados que reciben consultas de personas acusadas de delitos
y las defienden, sino de aquellos que son organizadores del delito de manera
permanente y se llevan una parte enorme del beneficio económico de las bandas.
Acaba de ser condenado en Chaco un abogado en la causa Carbón Blanco (Carlos
Salvatore) porque era el cerebro del blanqueo de dinero proveniente del
narcotráfico. Hablo de estructuras criminales a las que vamos a investigar en
profundidad para lo cual necesitaremos mucha colaboración de organismos
nacionales. El Estado se tiene que apropiar de los bienes del crimen organizado
como punto clave. Una persona que no tiene recursos no puede reconstruir su
empresa criminal desde la cárcel y pagar a los mejores profesionales. El eje
para la reproducción de la violencia es la impunidad. Y muchas veces la
impunidad la aseguran personas que se formaron con nosotros en la universidad
pública.
—En
los últimos días el jefe de la comisaría 19ª fue preso por liberar el terreno a
un narco y la cúpula de la sub 26ª por integrar una banda que robó un banco. La
policía está integrada al delito no en casos aislados sino de modo estructural.
¿Cómo se propone trabajar en semejante contexto?
—Hay una ley ya promulgada que es el
organismo de investigaciones, la llamada Policía Judicial, que comienza a
armarse en diciembre. Lo pondremos en funcionamiento lo antes posible. Este
cuerpo va a ir sobre los delitos complejos y los de funcionarios públicos. Pero
además la Secretaría de Control, que será reforzada con un cuerpo de
inspectores, va a operar judicialmente las denuncias contra policías que
deshonren su uniforme. A los malos policías los vamos a echar. A los buenos
policías los vamos a jerarquizar.
—Sobre
estos delitos de policías jerárquicos históricamente la Justicia casi no
produce condenas. Ni sobre enriquecimiento ilícito, ni sobre adulteración de
evidencia, raramente sobre apremios ilegales. ¿Qué opina de eso?
—Nosotros vamos permanentemente a
interpelar a la Justicia provincial como lo hice como diputado provincial a la
Justicia Federal cuestionando la mirada y el rol que tenía sobre los casos de
narcotráfico en la provincia de Santa Fe. Necesitamos separar la paja del trigo
y sacar a los malos policías. Pero con los policías que salen a patrullar en el
frío, con los que un día de calor están en la ruta, con los que responden ante
un llamado sin saber con qué se van a encontrar, con ellos queremos construir
una mejor seguridad pública. Y que sean los mejor remunerados y equipados del país.
—Hubo
muchos pasos erráticos sobre la policía en poco tiempo. En 2006 se sancionó la
Ley de Personal que creó un escalafón único que ahora se quiere desactivar. En
la gestión de Bonfatti se anunció crear 51 jefaturas de ciudad y luego se
aplazó. Hay cinco jefaturas nodales que conviven con las unidades regionales.
¿Cuál es la idea de ustedes?
—Se debe recomponer la verticalidad y el
orden jerárquico en la policía. Pero con una mirada política profunda que
supervise cada área. Nosotros vamos a impulsar la organización en el esquema de
19 unidades regionales. Pero lo anunciaremos en el momento en que estemos en
ejercicio. Habrá un jefe de policía de provincia con poder para comandar a cada
unidad operativa. Habrá planificación y control permanente. Lo que no puede
suceder es que un político le baje simultáneamente órdenes al oficial superior,
al mando medio y a los eslabones bajos porque eso socava la autoridad del jefe
policial. A un policía sólo le imparte órdenes un policía de rango superior. Y
el nivel político monitorea, pone objetivos, construye indicadores y diseña
políticas públicas.
—Lisfchitz
habló de reorganizar la seguridad. Parece afirmar que está desorganizada.
—Se llevaron adelante reformas importantes
en la provincia de Santa Fe. Pero con los cambios recientes siempre hay cosas
que corregir. Entendemos que hay un problema de administración: el tema
logístico, financiero y de recursos humanos es clave para nuestra gestión. Es
insostenible el descontrol que hay con carpetas médicas que sustraen miles de
efectivos del trabajo. Con eso hay un negocio liso y llano de robo al Estado. O
policías que permanecen años en disponiblidad cobrando gran parte del sueldo
sin que sus sumarios se resuelvan. O que haya casi tantos efectivos en
funciones administrativas como en funciones operativas. Haremos un censo
policial para saber en qué estado se hallan los recursos humanos. Los datos
sobre la dotación policial los vamos a compartir luego con cada uno de los
intendentes para que ellos controlen y tengan peso sobre el destino de los
agentes asignados a sus zonas.
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