10 de octubre de 2015

La joven Abigail Antelo habría sido víctima de un ajuste de cuentas

El fiscal y personal policial caminan por la zona donde fue asesinada Abigail. Arriba, a la izquierda, la joven de 17 años

"No me hagan eso", pidió una voz joven que venía de un matorral, cerca de la quebrada internacional entre Salvador Mazza (Argentina) y Pocitos (Bolivia). La mujer que la escuchó se alejó rápidamente. Tuvo miedo. Semanas después, cuando se conoció el asesinato de Abigail Antelo, perdió el temor y se lo contó a policías argentinos que investigaban el crimen ocurrido el 25 de agosto del año pasado. Su declaración se sumó a una extensa carpeta que el fiscal de Salvador Mazza, Armando Cazón, le entregó a su par de Yacuiba, Samuel Valverde, en la que se plasma la hipótesis más sólida que se haya elaborado sobre el caso: la joven de 17 años habría sido víctima de un ajuste de cuentas por narcotráfico.

La investigación fue solicitada por el fiscal Cazón apenas fue informado del caso, a pesar de que no tenía -ni tiene- jurisdicción, ya que el hecho sucedió en territorio boliviano.

El funcionario le pidió al suboficial principal Rubén López y a otros efectivos que trabajan de civil y que dependen de la comisaría 40 que hagan una autopsia psicológica. En otras palabras que hablen con gente que conocía a Abigail y con posibles testigos del secuestro y el asesinado de la joven. El resultado, a un año del hallazgo del cuerpo, se convirtió en un aporte para que Valverde, el fiscal boliviano, pueda tener en cuenta en su investigación.

Delinquir por necesidad

Abigail pertenecía a una familia de muy escasos recursos de Profesor Salvador Mazza. Los investigadores creen que las necesidades hogareñas y personales la impulsaron a contactarse con un grupo que traficaba cocaína desde Bolivia a la Argentina.
Así, durante algunos meses la joven pertenecía a una red que ingresaba pequeñas cantidades de la droga desde Pocitos boliviano a suelo argentino. Allí la entregaban a un acopiador. "De lo que se pudo reconstruir, ella no vendía, solo pasaba la droga de un país a otro por los pasos clandestinos que hay en este sector de la frontera", señaló el fiscal Cazón en diálogo con El Tribuno.

En algún lugar que no fue explicitado la droga se acopiaba durante un tiempo, y una vez que se juntaba determinada cantidad recién se enviaba a los mercados de consumo, tal vez en Argentina, tal vez fuera del país.

No se sabe por qué, pero un día Abigail decidió salir de ese circuito delictivo. Ella seguía estudiando en el Colegio Antártida Argentina de Salvador Mazza y tenía otros proyectos de vida, lejos de esa red.

Dos hechos, según la autopsia psicológica, se combinaron en ese momento crucial. Por un lado ella habría hablado con los miembros de la red para dejar de pasar droga. Por el otro, hubo una denuncia de una supuesta mejicaneada entre narcotraficantes y la acusada fue ella. No se sabe si la señalaron de haberse quedado con dinero o con droga, y si lo hicieron para evitar que dejara la banda o si fue un justificativo para cometer el crimen.

Sí se sabe que "la involucraron en una mejicaneada de la cual ella nunca participó", indicó el fiscal Cazón.

Un mensaje mafioso

Según la reconstrucción que pudieron hacer los policías argentinos y que ahora está en manos de la Justicia de Bolivia, alrededor del 20 de agosto Abigail desapareció y se sospechaba que podía estar en Yacuiba, tal vez con miembros de la banda. El día 25 su cuerpo fue hallado en la quebrada entre Salvador Mazza y esa localidad boliviana. Se cree que el crimen ocurrió allí, entre los matorrales, a 150 metros del curso de agua, donde fue hallado el cuerpo y donde los policías vieron manchas de sangre y una piedra con la que la habrían golpeado. Dos o más hombres la atacaron y dejaron su cuerpo desnudo, que permaneció allí tres días antes de ser encontrado.

"Le destrozaron la cara, tanto que la joven fue reconocida por una cicatriz que tenía en la espalda; eso es un mensaje típico entre las bandas de narcos", explicó el fiscal Cazón.

Una colaboración

Debido a que el crimen sucedió en Bolivia y no existe un convenio de colaboración binacional en este punto, la autopsia psicológica realizada por policías argentinos fue presentada a la Justicia de Yacuiba en carácter de colaboración. "La llevé como un ciudadano argentino que está interesado en una situación que le sucedió a una argentina en ese país", sostuvo el fiscal Cazón, e insistió en que quien definirá las pautas a seguir es el fiscal Valverde, de Yacuiba. "Es un informe serio, pero será el fiscal quien disponga las medidas para corroborar el informe", añadió.

Proyecto para la cooperación judicial

Argentina y Bolivia tienen restricciones para aportar pruebas penales. Un fiscal argentino que trabaja en la frontera con Bolivia no puede colaborar con su par del vecino país si no es a través de las cancillerías de ambas naciones. Esto se debe a que no existe un convenio para que las pruebas que pueda obtener uno de ellos sean incorporadas en forma directa, sin el largo trámite diplomático de por medio. El tiempo que hoy demanda esa gestión favorece siempre a los criminales.

"Estamos a metros de distancia geográfica, pero a un océano de distancia legal", es la frase que dice y repite el fiscal de Salvador Mazza, Armando Cazón. El caso de Abigail Antelo es un claro ejemplo: la reconstrucción del crimen que hizo la Policía argentina no puede ser incorporada como prueba a la causa que lleva el fiscal de Bolivia, Samuel Valverde.

"Estoy elaborando un proyecto de ley para el Mercosur, para que sea legalmente válida la incorporación de una investigación que hizo un país del bloque como prueba en un juicio que se lleva a cabo en otro Estado", dijo Cazón. Ya tomó contacto con senadores nacionales y espera sumar apoyos.

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