Foto del perfil de Facebook de Guillermo Heisinger, de paseo por Londres
En 1990, un joven abogado
se movía con soltura por el Salón de los Bustos; entraba por la puerta
custodiada por granaderos rumbo a su oficina en la parte derecha del primer
piso de la Casa Rosada. Le gustaba usar buenos trajes y corbatas llamativas. No
tenía peso político propio, pero su puesto de subsecretario de Coordinación
Administrativa del Ministerio del Interior le daba cierta cuota de poder en el
inicio del menemismo. Guillermo Heisinger había acompañado a Carlos Menem en su
ascenso a la presidencia.
Tuvo su capítulo en el
libro "Argentina, ahora o nunca" que sirvió como plataforma de propuestas.
Con 30 años parecía que el mundo de la política le reservaría un espacio
importante. Pero nunca pasó de la tercera línea. Veinticinco años después,
Heisinger es acusado hoy de formar parte de una red internacional del
narcotráfico.
En Interior estuvo
durante la gestión de Julio Mera Figueroa, pero quienes conocieron su actividad
en la Casa Rosada afirman que no era hombre de confianza del ministro. No
participaba de la toma de decisiones importantes. Formaba, sí, parte de un
grupo de jóvenes católicos que se había acercado a Menem, sector que tuvo en Gustavo
Beliz su cara más visible.
De tener despacho propio
en la Casa Rosada pasó demasiado rápidamente a un área lateral del poder
político: una posición más técnica en el Ministerio de Educación, con rango de
secretario general en 1992.
Las luchas internas del
menemismo dejaron sin espacio a su grupo de referencia y en 1996 Heisinger tuvo
que aceptar una posición aún más lejana del círculo de importancia política
para pasar a ser contratado en el edificio de la Casa de Salta en la ciudad de
Buenos Aires.
Eso sí, fue menemista
hasta el final, con un lugar en la Fundación Libertad, que impulsó el regreso
de Menem tras el colapso de la Alianza. A diferencia de otros que abandonaron a
su jefe político en tiempos de derrota, Heisinger puso de nuevo sus escritos en
las publicaciones de campaña del candidato. Ya no tendría mayores oportunidades
políticas.
Fue denunciado
políticamente por Octavio Frigerio por presuntas relaciones indebidas con el
quebrado Banco de Crédito Provincial (BCP), comandado por la familia Trusso. De
allí habría nacido, además, una línea cercana con el Vaticano a través de
Francisco Trusso, embajador en la Santa Sede durante el menemismo. Fue profesor
en la facultad de Derecho de la Universidad Católica y su nombre empezó a
desaparecer de la actividad pública.
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