La única foto conocida de Máximo Ariel Cantero (Fuente: CEDOC-Perfil)
Hay una marca en el almanaque que define el día en que Máximo Ariel Cantero, de 50 años, pasó a liderar la banda de Los Monos, que surgió a fines de los 90 en la villa La Granada, un caserío que se levantó en los años 60 -cuyas calles llevan nombres de flores autóctonas- y que durante el Mundial 78 recibió una oleada de pobres que fueron llevados en camiones para evitar que fueran visibles para los visitantes al torneo de FIFA.
El 18 de abril de 2003 la familia Cantero tomó el control de la banda, tras la desaparición en las profundidades del Paraná de Juan Carlos Fernández, apodado "Mono Grande". El antiguo líder del clan había librado batallas sangrientas con otros grupos rivales, como Los Garompas y los Arriola. Peleas por territorio, por quedarse con botines ajenos. Y por droga. El cuerpo de Fernández nunca apareció.
El último que lo vio aquella noche de abril fue un tal Laucha, quien era su compañero de pesca. Habían ido a buscar bagres al remanso que se forma en la desembocadura del arroyo Frías y el Paraná. Tiraron las redes, pero en un extraño accidente la embarcación se hundió, por causas poco claras. Laucha se aferró a un bidón de nafta casi vacío que salvó su vida y Fernández se perdió en las aguas del río.
Máximo Ariel Cantero pasó a liderar la banda. Era un hombre de experiencia, pero que todavía no se había rozado con la parva de dinero que acuñarían unos años después sus hijos, que se zambulleron en el manejo de la distribución de droga en la zona sur de Rosario y en guerras demenciales con otros grupos, como los Bassi.
Cantero, estaba sospechado de numerosos delitos, pero cargaba con escasas condenas: la más importante fue una de cuatro años y medio de prisión por narcotráfico. Lo habían atrapado cuando transportaba a Rosario un cargamento de 91 kilos de marihuana.
La justicia federal de Corrientes lo sentenció en ausencia en 2000. Se había fugado de una comisaría y sobre él pesaban cuatro pedidos de captura, hasta que a fines de octubre de 2004 lo atrapó la policía santafecina en una casa del sudoeste de Rosario, donde estaba escondido con su hijo mayor, Claudio Ariel, conocido como "el Pájaro", quien sería luego su sucesor y el cerebro del grupo (asesinado el 26 de mayo de 2013), mientras su padre cumplía dos años de cárcel en Coronda, por portación ilegal de arma de fuego. Ayer volvió a esa misma prisión.
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