Por Leonardo Herreros (rionegro.com.ar)
La venta de droga al
menudeo parece haberse incorporado al paisaje barrial en muchas ciudades del
país, incluyendo el norte de la Patagonia, demostrando el avance que ha tenido
el delito organizado en los últimos años. Y las iniciativas al estilo de
"guerra a las drogas" como el simple incremento de vigilancia
policial no parece afectar el negocio, que está produciendo importantes
consecuencias económicas, sociales y culturales, especialmente en los barrios
más pobres.
Una de las radiografías
más recientes del fenómeno es la del "Barómetro del narcotráfico y las
adicciones en Argentina", una encuesta nacional difundida en marzo por el
Observatorio de la Deuda Social Argentina de la universidad Católica Argentina
(UCA), que incluyó en su investigación a la zona del Alto Valle. El sondeo se
realizó sobre 5.700 casos en centro urbanos de todo el país, y para la
Patagonia se seleccionaron como muestras representativas al conglomerado
Neuquén-Plottier-Cipolletti en el norte y los de Comodoro Rivadavia y
Ushuaia-Río Grande en el extremo sur. Los resultados se compararon con datos
que el Observatorio sondea desde 2010.
Entre las conclusiones
del trabajo, se destaca que en todo el país hay un fuerte aumento, cercano al
45%, en los hogares que perciben que en su barrio se venden drogas ilegales en
los últimos cinco años, con los niveles más altos en capital federal y el
conurbano bonaerense.
Sin embargo, es en la Patagonia
el lugar donde los vecinos que perciben que se venden drogas cerca de su casa
se incrementó con más fuerza: pasó de un 20 a un 37%, una suba del 87% en apenas cuatro
años. Y cuando la información se desagrega por sectores sociales, en los
barrios de bajos ingresos y socialmente más vulnerables es donde más crece la
percepción de la narco-criminalidad, del 29% en 2010 al 62% en 2014.
Otro dato que subraya la
encuesta es que una mayor vigilancia policial no necesariamente significa menos
drogas en el barrio. En la Patagonia, si bien un 78% de la población cree que
hubo mayor vigilancia en su sector, el aumento en el registro de la venta de
drogas se incrementa haya o no más policías. En los barrios más vigilados la
percepción de venta de drogas pasó de 34 al 41% mientras que en los barrios con
menor presencia policial pasó del 48 al 56% de la población.
"Hay un aumento en
la percepción de venta y penetración de la droga en los barrios. La Patagonia
se va posicionando en el mismo nivel que otras zonas del país, pero es un
mercado con algunas particularidades por el perfil de ciertas actividades
económicas con alta movilidad, aislados de sus entornos familiares y elevados
ingresos, como el petrolero y el pesquero", explica a Debates Solange
Rodríguez, investigadora del observatorio que realizó la encuesta.
Un tercer aspecto que
advierte el trabajo es una asociación entre la expansión del narcomenudeo y el
crecimiento de las adicciones, nuevamente con más fuerza en los barrios más
pobres. Aunque hay un aumento general de las adicciones, se produce con mayor
fuerza donde las patologías severas se duplican en los barrios donde hay mayor
percepción de venta de drogas y casi se triplican en aquellos donde vive
población con situaciones de vulnerabilidad social (desempleo, hogares
familiares extendidos, baja escolaridad, algún familiar en prisión, entre
otras) y con escasos recursos personales (familia, amigos) o institucionales
(sistema de salud) para superar la situación.
Pro esto, el informe
concluye que cualquier forma de enfrentar el problema desde el paradigma de la
"guerra contra las drogas" es no sólo ineficaz sino que "ha
contribuido a agravar la situación por medio del incremento de la violencia,
corrupción de funcionarios públicos y la violación de derechos de las
poblaciones más vulnerables", proponiendo un enfoque más integral que
tenga en cuenta los fenómenos de adicción y consumo desde la salud
"invirtiendo en la prevención y rehabilitación y fundamentalmente en la
generación de proyectos de vida a partir de la integración social, la
educación, el trabajo y la integración urbana" así como el combate de
aspectos estructurales del narcotráfico como "el combate al lavado de
activos y los eslabones con mayor rentabilidad y capacidad estratégica de la
cadena".
Sin embargo, tanto los
autores de la encuesta como otros especialistas llaman a no subestimar el
fenómeno del narco menudeo. Es más, sostienen que ese fue un error de las
políticas de seguridad en los últimos años, que ha derivados en los graves escenarios
que se registran en Rosario, Buenos Aires y otras provincias. Si bien está
presente en toda la estructura social, "es en los espacios urbanos más
vulnerables donde tiende a adquirir mayor visibilidad, sino también en muchos
casos contribuyen a configurar territorialmente dichos espacios", agrega.
En este sentido, el
abogado y criminólogo Claudio Stampalija, director del Centro de Estudios para
la Prevención del Delito de la Universidad de Belgrano, coincide en esta
necesidad de "control territorial", que conlleva el narcomenudeo, de
la cual no escapa la Patagonia. "El narcomenudeo se ha esparcido como
hongos en todo el país. Es un error común pensar que es un problema de las
grandes provincias centrales y en el sur no pasa nada. Yo recorro todo el país,
y cualquier intendente de ciudad mediana con el que hable está preocupado por
el tema", señala. "El país se ha quedado dormido claramente en las
última década y no hay una reacción acorde a este problema", explica.
Entre los efectos que
tiene la extensión del narco menudeo en los barrios, el integrante del
Observatorio para la Prevención del Narcotráfico (Oprenar) enumera:
• Crea fuentes de empleo
ilegal en el territorio que ocupa, reclutando sobre todo a jóvenes con escasas
oportunidades laborales y educativas y proyectos de vida, haciendo que esos
territorios vulnerables se vuelvan dependientes de la comercialización.
• Al multiplicar las
bocas de expendio hace muy difícil el control estatal. "Las fuerzas de
seguridad y el poder Judicial no tienen los recursos para hacerlo, por falta de
medios, recursos humanos y tecnológicos. Actúa una justicia saturada de causas
de distinta índole", señala. Además de los casos de connivencia policial y
política con el tráfico.
• Impacta en la salud
pública, ya que "al descentralizarse el narcotráfico, hay mayor acceso a
las drogas, posibilitando a gente de todas las edades el inicio del
consumo".
• La necesidad de control
territorial para manejar el mercado lleva a los fenómenos de violencia y el
"sicariato". "Una vez que logran cierto control y volumen,
empieza la lucha entre pandillas para manejar los circuitos de comercialización",
señala Stampalija. En esta situación estarían muchas ciudades del norte
patagónico. "El narcomenudeo genera una inseguridad tremenda donde opera y
afecta la calidad de vida de los vecinos", señala.
• Para Stampalija, en
nuestra región aún no existen grandes carteles de los países productores, pero
"sí segundas líneas de carteles mexicanos y colombianos, que buscan
instalarse en el país a través del microtráfico, que no quiere decir poca
droga, sino el ingreso paulatino en pequeños volúmenes, por todas las
vías".
Otra investigadora, la
socióloga Laura Etcharren, considera que el narcomenudeo está instalado desde
hace tiempo en la Patagonia, complementando el rol principal que tiene desde
hace años la región dentro del esquema narco nacional: el lavado de activos. En
su opinión, en Neuquén, Río Negro y norte de Chubut ya estarían actuando
integrantes de carteles colombianos, que buscan implantar rutas y obtener
nuevos mercados. Además, cree que el boom petrolero de Vaca Muerta habría
potenciado mercados como el de las drogas sintéticas.
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