24 de abril de 2016

Patagonia: El narcomenudeo se transforma en un problema mayor para la región



Por Leonardo Herreros (rionegro.com.ar)

La venta de droga al menudeo parece haberse incorporado al paisaje barrial en muchas ciudades del país, incluyendo el norte de la Patagonia, demostrando el avance que ha tenido el delito organizado en los últimos años. Y las iniciativas al estilo de "guerra a las drogas" como el simple incremento de vigilancia policial no parece afectar el negocio, que está produciendo importantes consecuencias económicas, sociales y culturales, especialmente en los barrios más pobres.

Una de las radiografías más recientes del fenómeno es la del "Barómetro del narcotráfico y las adicciones en Argentina", una encuesta nacional difundida en marzo por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la universidad Católica Argentina (UCA), que incluyó en su investigación a la zona del Alto Valle. El sondeo se realizó sobre 5.700 casos en centro urbanos de todo el país, y para la Patagonia se seleccionaron como muestras representativas al conglomerado Neuquén-Plottier-Cipolletti en el norte y los de Comodoro Rivadavia y Ushuaia-Río Grande en el extremo sur. Los resultados se compararon con datos que el Observatorio sondea desde 2010.

Entre las conclusiones del trabajo, se destaca que en todo el país hay un fuerte aumento, cercano al 45%, en los hogares que perciben que en su barrio se venden drogas ilegales en los últimos cinco años, con los niveles más altos en capital federal y el conurbano bonaerense.

Sin embargo, es en la Patagonia el lugar donde los vecinos que perciben que se venden drogas cerca de su casa se incrementó con más fuerza: pasó de un 20 a un 37%, una suba del 87% en apenas cuatro años. Y cuando la información se desagrega por sectores sociales, en los barrios de bajos ingresos y socialmente más vulnerables es donde más crece la percepción de la narco-criminalidad, del 29% en 2010 al 62% en 2014.

Otro dato que subraya la encuesta es que una mayor vigilancia policial no necesariamente significa menos drogas en el barrio. En la Patagonia, si bien un 78% de la población cree que hubo mayor vigilancia en su sector, el aumento en el registro de la venta de drogas se incrementa haya o no más policías. En los barrios más vigilados la percepción de venta de drogas pasó de 34 al 41% mientras que en los barrios con menor presencia policial pasó del 48 al 56% de la población.

"Hay un aumento en la percepción de venta y penetración de la droga en los barrios. La Patagonia se va posicionando en el mismo nivel que otras zonas del país, pero es un mercado con algunas particularidades por el perfil de ciertas actividades económicas con alta movilidad, aislados de sus entornos familiares y elevados ingresos, como el petrolero y el pesquero", explica a Debates Solange Rodríguez, investigadora del observatorio que realizó la encuesta.

Un tercer aspecto que advierte el trabajo es una asociación entre la expansión del narcomenudeo y el crecimiento de las adicciones, nuevamente con más fuerza en los barrios más pobres. Aunque hay un aumento general de las adicciones, se produce con mayor fuerza donde las patologías severas se duplican en los barrios donde hay mayor percepción de venta de drogas y casi se triplican en aquellos donde vive población con situaciones de vulnerabilidad social (desempleo, hogares familiares extendidos, baja escolaridad, algún familiar en prisión, entre otras) y con escasos recursos personales (familia, amigos) o institucionales (sistema de salud) para superar la situación.

Pro esto, el informe concluye que cualquier forma de enfrentar el problema desde el paradigma de la "guerra contra las drogas" es no sólo ineficaz sino que "ha contribuido a agravar la situación por medio del incremento de la violencia, corrupción de funcionarios públicos y la violación de derechos de las poblaciones más vulnerables", proponiendo un enfoque más integral que tenga en cuenta los fenómenos de adicción y consumo desde la salud "invirtiendo en la prevención y rehabilitación y fundamentalmente en la generación de proyectos de vida a partir de la integración social, la educación, el trabajo y la integración urbana" así como el combate de aspectos estructurales del narcotráfico como "el combate al lavado de activos y los eslabones con mayor rentabilidad y capacidad estratégica de la cadena".

Sin embargo, tanto los autores de la encuesta como otros especialistas llaman a no subestimar el fenómeno del narco menudeo. Es más, sostienen que ese fue un error de las políticas de seguridad en los últimos años, que ha derivados en los graves escenarios que se registran en Rosario, Buenos Aires y otras provincias. Si bien está presente en toda la estructura social, "es en los espacios urbanos más vulnerables donde tiende a adquirir mayor visibilidad, sino también en muchos casos contribuyen a configurar territorialmente dichos espacios", agrega.

En este sentido, el abogado y criminólogo Claudio Stampalija, director del Centro de Estudios para la Prevención del Delito de la Universidad de Belgrano, coincide en esta necesidad de "control territorial", que conlleva el narcomenudeo, de la cual no escapa la Patagonia. "El narcomenudeo se ha esparcido como hongos en todo el país. Es un error común pensar que es un problema de las grandes provincias centrales y en el sur no pasa nada. Yo recorro todo el país, y cualquier intendente de ciudad mediana con el que hable está preocupado por el tema", señala. "El país se ha quedado dormido claramente en las última década y no hay una reacción acorde a este problema", explica.

Entre los efectos que tiene la extensión del narco menudeo en los barrios, el integrante del Observatorio para la Prevención del Narcotráfico (Oprenar) enumera:

• Crea fuentes de empleo ilegal en el territorio que ocupa, reclutando sobre todo a jóvenes con escasas oportunidades laborales y educativas y proyectos de vida, haciendo que esos territorios vulnerables se vuelvan dependientes de la comercialización.

• Al multiplicar las bocas de expendio hace muy difícil el control estatal. "Las fuerzas de seguridad y el poder Judicial no tienen los recursos para hacerlo, por falta de medios, recursos humanos y tecnológicos. Actúa una justicia saturada de causas de distinta índole", señala. Además de los casos de connivencia policial y política con el tráfico.

• Impacta en la salud pública, ya que "al descentralizarse el narcotráfico, hay mayor acceso a las drogas, posibilitando a gente de todas las edades el inicio del consumo".

• La necesidad de control territorial para manejar el mercado lleva a los fenómenos de violencia y el "sicariato". "Una vez que logran cierto control y volumen, empieza la lucha entre pandillas para manejar los circuitos de comercialización", señala Stampalija. En esta situación estarían muchas ciudades del norte patagónico. "El narcomenudeo genera una inseguridad tremenda donde opera y afecta la calidad de vida de los vecinos", señala.

• Para Stampalija, en nuestra región aún no existen grandes carteles de los países productores, pero "sí segundas líneas de carteles mexicanos y colombianos, que buscan instalarse en el país a través del microtráfico, que no quiere decir poca droga, sino el ingreso paulatino en pequeños volúmenes, por todas las vías".

Otra investigadora, la socióloga Laura Etcharren, considera que el narcomenudeo está instalado desde hace tiempo en la Patagonia, complementando el rol principal que tiene desde hace años la región dentro del esquema narco nacional: el lavado de activos. En su opinión, en Neuquén, Río Negro y norte de Chubut ya estarían actuando integrantes de carteles colombianos, que buscan implantar rutas y obtener nuevos mercados. Además, cree que el boom petrolero de Vaca Muerta habría potenciado mercados como el de las drogas sintéticas.

Ante esta realidad los especialistas proponen un abordaje integral al tema del narcomenudeo, que incluye acciones sociales, educativas, de salud y sobre todo de coordinación entre los estamentos provinciales, municipales y de la autoridad federal para sumar esfuerzos e inteligencia en el combate del delito organizado.

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