El contenedor en el que solo se hallaba la marihuana, pero faltaba la cocaína secuestrada
Por Germán de los Santos (La Nación)
"Es el Aguja Agüero;
maneja toda la merca de la zona de la costa. Pero todo es consensuado. Es
policía de la Octava Zona. Acá hay un camión que se piró." Ni los propios
policías disimulaban a través de sus diálogos por la radio policial lo que
ocurría aquella noche lluviosa del 2 de noviembre de 2014, en Arroyo Leyes, a
unos 35 kilómetros
de donde detuvieron en enero pasado a los prófugos Martín y Cristian Lanatta y
Víctor Schillaci.
"Una mancha más al
tigre. ¡Qué vergüenza!", dijo por esa frecuencia la subcomisario Stella
Olivera cuando se enteró de que efectivos de su seccional habían detenido a dos
narcos, uno de ellos policía, con un camión cargado con un contenedor lleno de
droga, que provenía de Misiones. Pero la "vergüenza" que no podía
disimular la mujer, en diálogo con sus compañeros, fue aún mayor con el
episodio que ocurrió después. Los dos narcos, entre ellos un policía, fueron
liberados por orden de los jefes de la Unidad Regional I. Los dejaron ir, según
consta en la causa 22.029/14, a cambio de que se quedaran con una parte del
gigantesco cargamento de estupefacientes.
Este entramado de
corrupción dentro de la policía de Santa Fe se desentrañó en una investigación
que llevó adelante el fiscal federal Walter Rodríguez, a quien no le cerró
desde un principio la versión oficial de la policía, que decía que en un
"importante golpe al narcotráfico" habían secuestrado 1600 kilos de
marihuana en un basural de Arroyo Leyes, donde las personas que trasladaban el
cargamento habían huido entre los bañados. Rodríguez pidió que sea llevada a
juicio la causa, en la que están procesados diez policías, incluyendo quienes
eran jefe y subjefe de la Unidad Regional I, Sergio Vergara y Sergio Fernández.
Se presume que los narcos
le pagaron a un grupo de policías con droga porque del camión desaparecieron
cocaína y precursores químicos. "Estaban pasando de un camión a un
contenedor marihuana, cocaína y líquidos de estiramiento. Ahí los detuvieron.
Uno es personal policial", dijo por la radio uno de los efectivos. Los
narcos desaparecieron en la oscuridad de la noche en una Peugeot Partner. En el
camión Iveco y en el contenedor Hamburg Sud color rojo sólo quedaron 1600 kilos
de marihuana. Pero el fiscal Rodríguez sospecha -según confió a LA NACION- que
había "muchísima más droga".
Al otro día del episodio
en Arroyo Leyes, la policía anunció ante la prensa que había dado "un duro
golpe al narcotráfico". El entonces subjefe de la fuerza Sergio Fernández
dijo: "Los narcos se escaparon por la zona de los bañados".
Nada fue así. El fiscal
reconstruyó otra historia que no sólo envuelve a policías en el tráfico de
drogas, sino que también destaca la impunidad con la que los propios efectivos
actuaron. Dejaron ir a los detenidos -que no quedaron registrados en ningún
acta- y luego una cantidad indeterminada de estupefacientes desapareció, con lo
que se sospecha que esa huida artificial se produjo a cambio de la mercancía.
Esto sucedió en una zona
donde el narcotráfico ha crecido en los últimos años. Hugo Tognoli, ex jefe de
la policía y ex titular de Drogas Peligrosas, fue condenado a seis años de
prisión por encubrir al narcotraficante Daniel Mendoza, que distribuía droga
con el aval policial en quioscos de esa zona, donde tenía una cobertura total
de la policía.
Alejandro Agüero, alias
"Aguja", conocía de cerca el tráfico y comercialización de
estupefacientes. Había trabajado en Drogas Peligrosas entre septiembre de 1998
y noviembre de 2001, y entre mayo de 2008 y octubre de 2009. Y ahora revestía
en la Zona Octava, que tiene jurisdicción en la costa santafecina.
Luego de este hecho, el
policía y su familia tuvieron un crecimiento patrimonial repentino. De la
investigación se desprende que Agüero y su familia remodelaron a nuevo una
casa, adquirieron otra vivienda en Santo Tomé, compraron tres autos y una moto
(ver aparte). Todos estos bienes fueron adquiridos en un período de poco más de
un año y por un monto calculado en 1.300.000 pesos. El juez del caso, Reynaldo
Rodríguez, ordenó de inmediato el embargo de esos bienes.
Uno de los testimonios clave,
que desentrañó esta trama cargada de narcopolicías, fue la declaración de la
subcomisario Stella Olivera, quien detuvo a Agüero y a su cómplice, pero por
orden de los jefes otros policías los liberaron. Por realizar un trabajo como
marca la ley, Olivera sufrió aprietes y amenazas. En la Justicia su testimonio
fue crucial. Dijo que le resultaba "muy difícil creer que el jefe de la
Unidad Regional I, el subjefe y el jefe de Orden Público hayan desconocido lo
que me habían referido: que el cargamento pertenecía al jefe de la policía
provincial".
"El «Aguja» Agüero vendía droga"
La subcomisario también
contó que el ex subjefe de la UR I Fernández le preguntó si se habían llevado
droga del operativo "porque necesitaba saber dónde estaba lo que faltaba
del cargamento". Los investigadores presumen que la carga de estupefacientes
que se robaron los policías era mucho más importante que la que finalmente se
secuestró, que fueron 1600 kilos de marihuana. La hipótesis es que se llevaron
la cocaína y los precursores químicos, y dejaron la droga más barata en el
mercado, que es la marihuana.
Olivera dio detalles de
una reu-nión con el ex jefe de la UR I, Sergio Vergara, tres días después del
operativo. Ese día Vergara le dijo: "Hay cosas consensuadas que se hacen
desde hace años, como el tema de las putas o la quiniela clandestina, pero meternos
en esto no, hasta ahí no llegamos".
A la subcomisario le
extrañó que los jefes policiales se mostraran sorprendidos por el hecho, porque
se sabía que uno de los detenidos (Agüero) "siempre se dedicó a la venta
de drogas en la zona de la costa para la superioridad y no prestaba servicios
en ninguna dependencia".
El fiscal Rodríguez
remarcó en su escrito que envió al juez que "la conducta asumida fue
actuar a espaldas de la autoridad jurisdiccional y del Ministerio Público
Fiscal, manteniendo actos oficiales en la más absoluta clandestinidad y
marginalidad". El funcionario señaló que Vergara, "en lugar de
cumplir con su deber, ese mismo día se dedicó a brindar declaraciones
periodísticas tendientes a reforzar la versión oficial del procedimiento, tal como
había sido plasmada en el acta original, resaltando ante la opinión pública el
éxito del accionar de la fuerza policial".
Todo lo invirtió en casas, autos y una moto
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