El ex comisario Gustavo "Gula" Pereyra, ex jefe de la Subsecretaría de Investigación Criminal de Santa Fe
Lo conocían como “Gula”, un alias que
aludía a su baja estatura. Pero al comisario inspector Gustavo Pereyra, el
hombre que tenía a cargo la Subsecretaría de Investigación Criminal de la
Policía santafesina, no lo llamaban de esa manera sólo sus colegas: algunos de
los delincuentes más temidos en Rosario tenían familiaridad con ese apodo. Es
que el oficial estaba a cargo de la obtención de datos que permitieran golpear
al delito local. Pero, de acuerdo a una investigación judicial, él los usaba
para actuar como un engranaje clave en la estructura de “Los Monos”, la mayor
organización narco del sur provincial: le proporcionaba información clave para
que el grupo operara con libertad y protección. A través de un subordinado,
anticipaba allanamientos o detallaba la suerte que corrían personas ejecutadas
por sicarios de la banda.
Al comisario se lo considera miembro de la
asociación ilícita montada por “Los Monos”, la misma situación en la que ya
cayeron otros 11 integrantes de la Policía santafesina. A fines de septiembre,
“Gula” fue detenido. El es apenas un eslabón más de una larga cadena de
policías provinciales vinculados con el delito y, por ello, pasados a
disponibilidad.
Un dato permite dimensionar el problema: en
lo que va de este año fueron echados de sus cargos 233 oficiales, cuando en
todo 2014 habían sido 115. El total del personal que hoy está en situación de
disponibilidad asciende a 829.
Si se toman en cuenta las causas penales,
desde que en Santa Fe empezó a usarse el nuevo sistema procesal–incorporó la
oralidad, en febrero de 2014– hasta junio de este año, hubo 1.589 policías
involucrados en casos criminales.
El 4 por ciento de los policías apartados
de sus cargos, de acuerdo al relevamiento de la Secretaría de Control de las
Fuerzas de Seguridad al que tuvo acceso Clarín, lo fue por sus vínculos con el
narcotráfico, uno de las principales causas para explicar el número creciente
de asesinatos en Rosario y en la capital.
En el 27 por ciento del total de policías
apartados la causa es delitos contra la administración pública. Le siguen el
rubro “otros” (24%), delitos contra la propiedad (15%), contra las personas
(10%) y contra la libertad (9%).
El caso del comisario Carlos Schmidt, otro
de los que estalló este año, es similar al de “Gula” Pereyra. El oficial tenía
a cargo la seccional 19° de Rosario y fue detenido el mes pasado. De acuerdo a
escuchas judiciales, integraba un grupo que cayó con 100 kilos de cocaína.
El jefe de esa banda era Walter Jure,
conocido narco de estrechas relaciones con Thierry Polus –“El Rey de la
Marihuana”– y con Ramón “Monchi” Machuca, uno de los líderes de “Los Monos”.
Schmidt ofrecía, como Pereyra, protección y
datos. En las escuchas se advierte que trataba a los narcos con “familiaridad”
y que había una “recíproca confianza”. En uno de los llamados, Jure le dice a
un subordinado que vaya a ver a Schmidt y que le entregue 8 mil pesos y su
nuevo número de teléfono. El oficial terminó apartado de su cargo y detenido.
Al pedido de pase a disponibilidad se llega
cuando existe un estado de sospecha. Esa decisión implica el retiro de la placa
identificatoria y del arma, y la aplicación de descuentos de entre el 25 y el
50 por ciento en el sueldo.
Se trata de una medida provisoria mientras
se avanza en investigaciones judiciales y administrativas. Si al agente se lo
sanciona judicialmente, es destituido. De los 348 apartados desde el año pasado
sólo en dos casos se llegó a pedir la destitución.
Lejos de los casos más emblemáticos existen
cientos de irregularidades detectadas. Entre mayo de 2014 y junio de este año
se realizaron 432 inspecciones a comisarías santafesinas y se abrieron 2.629
expedientes por irregularidades. Desde octubre del año pasado, cuando se
instaló una línea gratuita para denunciar a los agentes, se recibieron 1.720
llamados.
La Secretaría de Control trabaja junto a la
División de Asuntos Internos. La componen 120 agentes, que deben supervisar la
tarea de los 22 mil integrantes de la Policía en toda Santa Fe.
La connivencia policial con el delito se
exhibe en decenas de casos. El mes pasado se detuvo en dependencias del Gran
Rosario a un comisario y a otros cuatro policías por integrar una banda que
robaba bancos, participaba de entraderas y tenía vinculación con la venta de
drogas.
Reiterados casos de gatillo fácil, fugas de
detenidos o hasta el escandaloso episodio con una menor que fue ingresada en la
celda donde estaba el hombre que la violó, conforman algunas de las causas que
explican los 348 policías pasados a disponibilidad desde 2014.
“Cuando vean que están condenados y
sancionados, van a parar. Creo que lo han hecho, pero igual sigue el problema.
Es evidente. Todos los días te encontrás algo nuevo. Esto va a ser de largo
aliento. Se va a notar en mucho tiempo, pero se va a notar.
Dependemos de que los policías nuevos no se
ensucien con los que están cerca del delito”, le dijo a Clarín el secretario de
Control de Seguridad, Ignacio Del Vecchio.
El caso que sufrió una adolescente de 14
años en Vera expone cómo se manejan algunos policías. A la chica, violada al
menos dos veces por su padre, se la convocó engañada a la alcaidía de aquella
localidad, en el norte santafesino.
Una vez allí, la llevaron a la celda de su
padre, quien la amenazó para que retirara la denuncia. Intentó que la chica se
llevara cigarrillos de marihuana y declarara que consumía drogas y que su madre
la prostituía. Todo para aliviar su situación procesal. Y todo bajo la mirada
policial. Cuatro agentes fueron detenidos por el caso y separados de sus
cargos.
La corrupción y la negligencia llega hasta
lo más alto: la semana pasada fue condenado a seis años de prisión por proteger
a un narco el ex jefe de la Fuerza, el comisario Hugo Tognoli. En Rosario le
espera otro juicio. Quizás su caso resuma mejor que ninguna otra la oscura
relación que desde hace tiempo une a integrantes de la Policía con el delito.
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